Indescriptible otoño

04/11/2018 - 13:31 Luis Monje Ciruelo

Por cualquier camino que se viaje ahora por la provincia la Naturaleza nos ofrece la belleza indescriptible del cambio de color de sus bosques y florestas.

      La actualidad me pedía dedicar esta columna a la Política, pero como tendría que ocuparme de Pedro Sánchez, del Quim Torras, del Puigdemont y otros “simpáticos” independentistas que tan bien nos caen a los españoles, prefiero escribir sobre la Naturaleza, que es lo que me gusta, y más en esta época del año en que los bosques y los campos nos ofrecen la indescriptible belleza de sus árboles y matorrales, no sólo en el Hayedo de Tejera Negra, el más visitado, ni en los robledales del recuperado Palancares, en el camino de Tamajón a Valverde de los Arroyos, con los aficionados a la naturaleza no solo lo que me gusta en estos días otoñales. Y lo haré sin necesidad de recomendar el viaje al Hayedo de Tejera Negra, el más visitado, ni a los robledales del recuperado Palancares, ni a los castaños que flanquean el descenso desde Valverde al río Sorbe a referirme a la belleza otoñal del robledal de Palancares, en el camino a Valverde de los Arroyos, ni al rojizo amarillento de los castaños que flanquean el descenso de Valverde hasta el río Sorbe. Todos esos lugares en la serranía del Ocejón, a casi cien kilómetros de Guadalajara. Me limitaré a aconsejar parajes más cercanos, como son  la frondosidad vegetal y el luminoso amarillento de las choperas del valle del Tajuña, no solo en el recorrido desde Armuña a Brihuega, sino desviándose, arroyo arriba, por las vegas y veguillas creadas por el arroyo San Andrés en Romanones, Irueste y los Yélamos, en los cuales, ya he dicho alguna vez, está el tramo forestal probablemente más denso y rico en árboles de ribera de la provincia, y a solo cincuenta kilómetros de la capital el más lejano. Y lo mismo seguirían disfrutando los amigos de la Naturaleza si continuaran aguas arriba del Tajuña desde Brihuega por Cívica, curiosidad arquitectónica creada por la mano del hombre, hasta Masegoso, todo casi una única chopera, y luego el desfiladero abierto por el río cerrado por el muro de la presa  de la Tajera, un embalse pequeño que pocas veces se llena  y al cual lleva desde la autovía de Barcelona una carretera tan descuidada que hace años la califiqué de una de las peores de la provincia, para desdicha de los habitantes de Las Inviernas. Por cualquier camino que se viaje ahora por la provincia la Naturaleza nos ofrece la belleza indescriptible del cambio de color de sus bosques y florestas.