¡Indignémonos todos!

16/06/2011 - 00:00 Rosa Villacastín

 
Que dos personajes de la talla de Rosalía Mena -fundadora de Zara y la mujer más rica de España- y Joan Manuel Serrat apoyen a los "indignados" pone de manifiesto dos cosas. Una, lo hondo que ha calado en la sociedad española el movimiento del 15M, y dos, las muchas razones que asisten a esos jóvenes que se manifiestan por nuestras plazas y calles, en un intento desesperado por mostrar en público su descontento y su frustración ante una crisis que no han propiciado pero de la que son víctimas.

   Una actitud con la que algunos políticos y medios de comunicación nos hemos identificado por entender que les asiste toda la razón. Dicho esto, lo que ha ocurrido frente al Parlamento catalán y en el portal de la casa de Alberto Ruiz Gallardón no es de recibo. Y no lo es porque no se puede aplaudir que un grupo de alborotadores, de agitadores, pongan en peligro la libre circulación y la integridad física de los representantes del pueblo, entre otras razones porque es tan fina la línea que separa la no violencia de la violencia a secas, que cualquiera, a poco que se lo proponga, puede provocar un altercado de imprevisibles consecuencias.

   Y si bien es cierto que están en todo su derecho a protestar por las nulas expectativas de presente y futuro que tienen, también lo es que los derroteros que van tomando las protestas no conducen a nada bueno, y en cambio amenazan con desvirtuar lo que sin duda es un sentimiento muy generalizado entre unos ciudadanos que ven como día a día baja su nivel de vida, como pierden el empleo amigos y conocidos sin posibilidad de encontrar otro con el que poder vivir dignamente, como políticos corruptos se burlan de la justicia, como diputados y senadores se enzarzan en peleas que no conducen a ninguna parte, teniendo los problemas tan graves que tenemos, como nuestros derechos más elementales son pisoteados por un sistema manejado por unos hombres sin rostro pero con mucho poder, a los que lo único que les importa es el dinero, y que son en definitiva los que deciden por todos nosotros lo que se debe o no se debe hacer para salir del atolladero en el que estamos metidos.

   Sin importarles las consecuencias de sus medidas, ni si a la vecina del quinto ya no le llega la pensión o a los Pérez les desahucian porque llevan dos años en el paro. Situaciones que nos han sumido en la peor crisis de los últimos años. No hace falta ser joven y suficientemente preparado para indignarse porque indignados estamos todos los que creemos en los valores democráticos y morales de una sociedad que esta enferma pero no muerta.