Ingreso Mínimo Vital


El IMV no será una cantidad fija, será esa aportación estatal que ayudará a las economías familiares a llegar a un mínimo, a complementar sus reducidos ingresos.

En medio del proceso de desescalada de una situación excepcional como jamás habíamos vivido por culpa de una terrible pandemia que nos ha cambiado todo, que nos ha quitado mucho, y que ha castigado severamente a empresas, trabajadores y familias… en un entorno tan complicado, estamos asistiendo al nacimiento de una de las medidas más revolucionarias de nuestro sistema social en los últimos tiempos: el Ingreso Mínimo Vital.

Tenemos un deber como país, como sociedad, como políticos. No podemos dejar que nadie se quede atrás. No podemos consentir que excusa alguna acabe con el Estado del Bienestar que tanto tiempo nos había costado construir. Y para ello debemos luchar contra la pobreza, frenarla o, al menos reducirla, especialmente la pobreza infantil. Todo esto lo tenemos que hacer porque la sociedad nos lo está demandando, por justicia y para salvar a toda la ciudadanía que se está quedando atrás por los efectos del parón de la actividad económica.

El IMV permitirá sacar de la pobreza extrema y muy alta a 2,3 millones de personas, beneficiando a cerca de 850.000 familias, de las que más de la mitad de ellas disponen para sus gastos de menos de 310 €/mes. El Gobierno de España ha puesto para esta medida más de 3.000 millones de euros al año, cantidad ésta que irá directamente a reactivar una economía necesitada de que todos sus hogares tuvieran capacidad de gasto para las cuestiones más básicas de su vida.

El IMV (Ingreso Mínimo Vital) no será una cantidad fija, será esa aportación estatal que ayudará a las economías familiares a llegar a un mínimo, a complementar los reducidos ingresos de muchas de ellas.

Esta medida puede tener diversas apreciaciones y valoraciones desde las diferentes fuerzas políticas, ahora bien, no puede quedar ni un atisbo de duda es que nuestros índices de pobreza y de reparto de los beneficios de la recuperación económica nos ponen ante una necesidad social ineludible. Así pues, se puede discrepar, matizar o criticar la medida; ahora bien, será una falta de respeto a mucha gente que lo está pasando muy mal, y lo que es más grave, será una demostración de un gran desconocimiento de la situación de dificultad social que viven muchas familias y ciudadanos en España. Hay quien ha tenido la falta de sensibilidad de denominar al IMV “la paguita”, que ya no solo es grave por ridiculizar a quien depende de la ayuda social para vivir con unos ingresos que garanticen su dignidad, sino porque definen lo que para ellos es este nuevo derecho de ciudadanía. 

El IMV está diseñado para generar incentivos al empleo y al emprendimiento. En primer lugar, porque, a diferencia de otras prestaciones o ayudas sociales, su percepción es compatible con tener un trabajo o se establece como autónomo/a, lo cual va a ayudar a evitar que quienes lo cobran acaben en la economía informal. En segundo lugar, porque se va a establecer un mecanismo de incentivo por el cual los ingresos obtenidos con el trabajo o con las actividades profesionales reduzcan en una cantidad menor la prestación de IMV de modo que se premie a quien logra un empleo o monta su negocio.

Por eso, el IMV ha venido para quedarse. Para cambiar nuestra sociedad, para ser el estandarte de la igualdad de un país que ha sabido labrarse, con mucho esfuerzo, un hueco entre las mayores potencias sociales del mundo. Démosle el valor que tiene, haciendo entre todos y todas el esfuerzo por ordenar, de forma garantista, este nuevo modelo social en nuestras vidas. 

Por eso y para esto me hice político. Para trabajar y conseguir logros tan importantes como el que, desde esta semana, contamos ya en España. Gracias a este Gobierno, y a un partido, el PSOE, que ha cumplido con uno de los más añorados sueños de un país que siempre luchó por la igualdad de sus compatriotas. Ahora ya queda menos.