Inicio desescalada

30/04/2020 - 14:00 Redacción

 La férrea disciplina social y el cumplimiento de las particularidades de cada momento por parte de los ciudadanos, será la clave del éxito o fracaso de un proyecto que debemos hacer de todos.

Los datos de la última Encuesta de Población Activa conocidos esta semana, el aumento del paro, la previsión de una fuerte recesión económica, el desbordamiento de los servicios sociales por familias que se han quedado sin recursos- no podemos olvidar que muchas personas subsisten gracias a la economía sumergida ahora también paralizada-, la cercanía del verano y la necesidad de salvar parcialmente la temporada turística con gran peso en el PIB, así como los planes de desescalada progresiva en el resto de países obligaba a nuestro Gobierno a diseñar su propia estrategia y a hacerlo teniendo en cuenta en todo momento la evolución de la pandemia que muestra síntomas de mejoría pero que está lejos de su desaparición, como advertía la Organización Mundial de la Salud estos días. Si a ello se une que acaba de iniciarse el estudio serológico, que no se están practicando al ritmo deseable los test a la población, que siguen falleciendo más de trescientas personas al día y los ciudadanos- y algunos profesionales sanitarios se quejan también- no tienen los suficientes elementos de protección individual, aunque estamos viendo la intensificación del reparto de mascarillas entre los vecinos ante el inminente inicio del retorno a la vida, son muchas las dudas, preocupaciones y temores que genera cualquier plan que signifique aumento de la movilidad y compartir espacios públicos con un virus todavía vivo y no controlado, para el que no existe tratamiento específico ni vacuna.  Solo se avanzará en las distintas fases, nos avisan con lógica, si la situación epidemiológica lo hace viable, es decir si los contagios lo permiten, y cada provincia tendrá su propia realidad (sin tener en cuenta, parece, las diferencias dentro de un mismo territorio como Guadalajara, que sería más galimatías todavía). El gran miedo de todos es la recaída, como en cualquier enfermedad, que obligue a adoptar de nuevo medidas estrictas que causarían un impacto sobre los ánimos colectivos y la economía terribles. En este escenario vamos a empezar a dar pasos adelante, lentos, progresivos, vigilados, obligados y hasta urgentes. No sabríamos valorar, ni nadie, si las previsiones son realistas o acertadas, pero queremos creer que es posible lograrlo y que había que acometerlas. Lo que sí está claro es que la férrea disciplina social y el cumplimiento de las particularidades de cada momento por parte de los ciudadanos, será la clave del éxito o fracaso de un proyecto que debemos hacer de todos y ejecutarlo con ilusión, esperanza, prudencia y mucha responsabilidad.