Investigación apícola

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

EDITORIAL
Aunque pudiera parecer que todo está dicho sobre las abejas, nada más lejos de la realidad. La XIII edición del Día de la Abeja que se celebraba ayer en Albalate de Zorita es un buen ejemplo de que todavía queda mucho que decir.
En esta ocasión la situación sanitaria apícola en la provincia centraba una reunión en la que los apicultores aprovechaban para hacer balance. Y este año no ha sido todo lo bueno que se podría esperar. La cosecha de miel ha sufrido un brusco descenso, según las estimaciones iniciales realizadas desde la Asociación Provincial de Apicultores, lo que contrasta con la producción de 2007, que registró un récord histórico. Pero lejos de esa coyuntura el análisis de la ‘salud’ de las colmenas se centra en lo que se conoce como el síndrome del despoblamiento. Desde hace un par de años el viejo continente está sufriendo una llamativa disminución en las colmenas sin haberse encontrado aún una certera causa. Guadalajara no ha sido una excepción pero el Centro Apícola ha sido el encargado de arrojar algo de luz sobre este enigma. El nosema ceranae ha causado graves daños en la apicultura europea y varios centros de investigación, principalmente el de Marchamalo, se están encargando de investigar esta situación. Los apicultores españoles notaron los primeros síntomas a comienzos de 2000, fecha en que algunos expertos calculan que el ‘asesino invisible’ se introdujo en nuestro país. España es el país europeo con mayor población de ganado apícola y Guadalajara está a la cabeza con más de 30.000 colmenas. Pero la preocupación por la subsistencia del sector no lleva al inmovilismo, como demuestran jornadas como la de ayer o la tradicional Feria Apícola de Pastrana. El Centro Regional Apícola trabaja desde 1999 en la detección de las causas que provocan la muerte de las abejas, con 800.000 muestras analizadas hasta el día de hoy, procedentes de todas las comunidades autónomas, de países europeos, como Francia, Suiza o Alemania, e incluso de Argentina y EE UU. Esa es la línea a seguir para mantener un sector que, ahora, depende de la investigación para su supervivencia.