Islamismo constitucional

12/01/2014 - 23:00 Jesús Fernández

En estos días (la votación está prevista para los días 14 y 15 de enero de 2014) el pueblo egipcio está llamado a aprobar una nueva Constitución (la tercera en tres años) a partir del anteproyecto elaborado por una comisión de 50 expertos compuesta de juristas, catedráticos y personalidades de reconocido prestigio. En ella se trata de resolver, prácticamente, las relaciones entre democracia, religión y poder militar en la configuración del Estado. Como es normal, la redacción primero y la votación después en el Parlamento, no ha estado exenta de diferencias y tensiones pero al final se ha encontrado un amplio consenso que puede garantizar o suponer una Constitución para todos los egipcios y poder ser votada, igualmente, por todos. El texto que se propone consta de 246 artículos y un preámbulo que fueron votados, uno por uno, en el Parlamento. En general parece una Constitución inspirada en el modelo de democracia occidental aunque es muy difícil poner apellidos a las democracias existentes. Así, por ejemplo, se dice que el Estado promoverá, garantizará y protegerá la igualdad entre mujeres y hombres en todos los ámbitos de la sociedad. Igualmente se garantiza la libertad religiosa para todas las confesiones minoritarias como pueden ser los cristianos y los judíos. La dignidad de las personas es intocable. Todos los ciudadanos serán iguales ante la ley y se proclama la libertad de expresión y de opinión abriendo la puerta a una prensa más libre, plural y diversificada. Tratamiento distinto tiene el derecho de manifestación. Otro de los temas importantes en estos trabajos constitucionales suele ser la composición, función y relación del Parlamento con los otros poderes del Estado. En este caso, se opta por el sistema bicameral con la creación de la “Schura” o segunda Cámara. Ambas instituciones deben ser elegidas democráticamente por el pueblo.
Con ello parece que se garantizan los derechos fundamentales de las mujeres, de las minorías y, en general, de todos los grupos existentes en la sociedad civil. Aún así, los islamistas se sienten infrarepresentados en este proyecto constituyente a pesar de que en él se reconoce explícitamente al islamismo como la religión oficial del Estado de tal manera que, en el futuro, las leyes tienen que seguir los principios religiosos islámicos. Al mismo tiempo, no se permitirán los llamados partidos confesionales en una mezcla y confusión de política y religión. En consecuencia, las nuevas leyes no necesitarán ser sometidas a la aprobación de los dirigentes islamistas lo que choca con los partidos de esa orientación como son los Salafistas y los Hermanos Musulmanes. Otro punto negativo, desde la perspectiva de occidente, es el papel que se reservan los militares en este nuevo ordenamiento constitucional que algunos califican de intocado e intocable. Los civiles pueden ser sometidos a la jurisdicción militar. Por ello, se oyen voces calificando a la nueva Constitución como militar en casos de agresión a las Fuerzas Armadas. De ahí los llamamientos a la abstención y al boicot del “referéndum” que hacen algunos grupos que se sienten marginados en ella. Otros pronostican una etapa de tránsito hacia una nueva Constitución, pues después de ésta vendrán nuevas elecciones y, con ellas, volverán la inestabilidad política, la provisionalidad y la confusión. Desde aquí deseamos que el diálogo, el consenso, el acuerdo, sea la base de una convivencia social y que la Constitución sirva como punto de partida o de encuentro para esa cultura y tradición egipcia de de la que occidente se siente orgullosa y deudora en otros tiempos.