Izquierda, utopía, protesta

19/05/2011 - 00:00 Francisco Muro de Íscar

 
Se acabó la campaña. La verdad es que no había hecho falta la irrupción por sorpresa de los okupas antisistema, porque ya estaba muerta. Pero la ocupación de las plazas en muchas ciudades y en especial la de la Puerta del Sol en Madrid, han cambiado el panorama y han abierto un punto de incertidumbre sobre lo que pueden hacer, qué objetivos les mueven y hacia dónde nos pueden llevar. Un grupo de jóvenes, y no tan jóvenes, desorganizados y descoordinados, cargados de utopías y de sueños, casi tanto como de desencanto y desesperanza, con deseos de cargarse lo que hay porque no les gusta -y tienen razón- pero sin saber cómo o por qué sustituirlo, se han convertido en los protagonistas, han descolocado a los partidos, tanto a los que han intentado subirse al carro como a los que no, y han abierto una puerta que nadie es capaz de saber adónde conduce y si se puede cerrar.
  
    Esta nueva democracia asamblearia no es mejor que el actual sistema democrático de mala calidad y de peor administración que nos gobierna. Que exige reformas ya. La utopía es necesaria y hace avanzar al mundo, pero la utopía sola no lleva a ningún sitio. Este sistema, partidos incluidos, es el menos malo, el que permite carreteras para todos, ayuda a las víctimas de tragedias como la de Lorca, solidaridad con los parados, enseñanza gratuita , medicina gratuita y hasta justicia gratuita para los que no pueden pagarla, aunque muchas autonomías intenten cerrar el grifo a costa de los derechos de los más desfavorecidos. Hay que saber si esta protesta dura hasta el viernes, si ocupa incluso la jornada de reflexión con manifestaciones y consignas determinadas, si sigue la jornada electoral y, sobre todo, si acaba aquí o es el principio de algo más. Hay muchas posibilidades y cada una tiene sus razones -no todas igual de "limpias" o de naturales- y sus consecuencias -políticas, jurídicas y hasta de orden público-.
 
    Pero sea como sea, los partidos van a tener que hacer un examen de conciencia, tal vez antes incluso de que se abran las urnas. Por cierto, también los sindicatos respecto de los cuales no se ha oído ninguna crítica por parte de estos grupos, salvo que los consideran también parte corrupta del sistema. Ni las televisiones, ni los periódicos, ni los partidos ni los sindicatos controlan esta marea. Se puede optar por esperar a que se agote o por analizar qué pasa y qué es necesario cambiar en un sistema que es el único que permite la convivencia, el progreso, la libertad y la democracia, pero que necesita reformas urgentes, limpieza y transparencia. Lo otro, volver a mayo del 68 sin los ideales de entonces, al asamblearismo, o al comunismo estalinista, ya sabemos lo que produce. Y creíamos que lo habíamos superado.
 
    .

   

 
 
  
 
  
 
   
 
   
 
  
 
   
 
 
  
 
  
 
 
 
   .