Jabalíes invasores

26/03/2016 - 23:00 Antonio Yagüe

En el imaginario trágico molinés todavía pesa la catastrófica introducción en los años setenta del voraz y depredador cangrejo americano en España, que acabó en el autóctono. La imprudencia, atribuida al Marqués de las Marismas, Luis Escobar, tuvo mucha menos gracia que su papel en la Escopeta Nacional. Acabó con la principal fuente de ingresos de mucha gente en los pueblos en torno al Gallo, Tajo, Mesa y Piedra. Una ruina para la zona.
Este gran ejemplo sobre los riesgos para la pérdida de la diversidad que conlleva introducir una especie invasora en otro ecosistema, puede continuarse con el famoso visón americano, el mejillón cebra, el mapache, el caracol manzana… Menos exótica pero más desastrosa resultó la introducción en Australia primero de conejos y luego de zorros para combatir su superpoblación. Los raposos se dedicaron a los canguros, piezas más fáciles y seguras. Los ingleses rizaron el rizo inoculando a los conejos la mixomatosis para frenar la plaga. Y la enfermedad se extendió por todo el mundo.
El último extraño y nuevo animal que hoza montes y dehesas ha sido bautizado como “Cerdolí”. Cerdo porque proviene de los puercos salvajes, los jabalíes, y Li por su procedencia asiática. Se trata de un híbrido, más chato y pequeño, con las patas traseras más altas, más peludo… “Absolutamente grotesco”, lo han catalogado los biólogos Adolfo y Miguel Delibes, nieto e hijo del gran escritor.
El fuerte y sigiloso competidor del jabalí auténtico español llega de lejos, de Vietnam. Un peligro, dicen estos expertos, cuando se emparenta con los cochinos salvajes. “Puede suponer la pérdida de la identidad genética del jabalí, entre otros efectos ecológicos”, apuntan los Delibes. Además de los daños en la agricultura.
La realidad es que el abandono de las rechonchas mascotas comunes, popularizadas a partir del afable cerdito vietnamita que mostraba años atrás George Clooney, está llenando de jabalíes invasores los campos de España. Ya no son aquellos animalillos que las familias acogían y apenas pesaban cinco kilos. Pero de adultos alcanzan los 65. Además, dicen que se aparean entre ellos y con los autóctonos sin esperar a diciembre y sin miramientos. Han sido abatidos en Valladolid, Palencia, Soria, Valencia y Castellón. Cuentan que su carne es más insípida. Lo preocupante es que los tenemos a un paso.