Julio Segarra Blanco

05/05/2017 - 14:29 Jesús de Andrés

El asesino de Julio Segarra, a pesar de que fue condenado a 311 años por nueve delitos de sangre, tan sólo estuvo en prisión 16 años.

Posiblemente, salvo que residan en Cabanillas del Campo, el nombre de Julio Segarra Blanco no les diga nada. En su localidad natal tiene una calle dedicada a su memoria, en uno de los laterales de la actual plaza del Ayuntamiento, pero son pocos los que saben quién fue y por qué el callejero le rinde homenaje. La crónica de su muerte, su asesinato –de no haber sido olvidado-, debería haber pasado a la historia como uno de los crímenes más abominables cometidos en España. En él se conjugaron el horror más salvaje y la bestialidad más absoluta que concebirse puedan. Fue el 4 de mayo de 1983.
    Julio Segarra, como tantos jóvenes de su época, encontró su propio camino ingresando en la policía, una de las pocas oportunidades que daba entonces la dictadura a quienes, como él, buscaban labrarse un futuro laboral escapando de un entorno rural atrasado. Llegó a Bilbao en 1966, cuando la ETA todavía no había comenzado su larga lista de atentados mortales, y se casó con una bilbaína, Mª Nieves Echevarría, con quien tuvo tres hijos, la más pequeña nacida una semana antes de su asesinato. En 1983 la democracia comenzaba a consolidarse, Felipe González gobernaba con mayoría absoluta y el Athletic ganaba la liga. Eran también los tiempos duros del terrorismo etarra, que ese año sumó 32 asesinatos. Julio Segarra era teniente de la Policía Nacional, estaba destinado en Basauri y, como cada mañana, fue a recoger su coche al garaje para acudir al trabajo.
    Allí lo esperaba un comando etarra con la intención de secuestrarlo. Lo tenían maniatado con alambre y cinta aislante cuando apareció su compañero y vecino Pedro Barquero, cabo de la Policía Nacional, gaditano de Alcalá del Valle, con quien compartía trayecto y vehículo habitualmente. Le acompañaba su mujer, Mª Dolores Ledo, maestra, ya que ese día iban a la consulta del ginecólogo por encontrarse embarazada de siete meses. Al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo sacó su arma, pero los terroristas lo acribillaron antes de que pudiera usarla. A continuación dispararon a su esposa y, atado e indefenso, a Julio. Luego remataron uno a uno a los tres asesinados. María Dolores fue encontrada en un charco de sangre protegiendo su vientre. Embarazada. De siete meses.
    El asesino de Julio Segarra, a pesar de que fue condenado a 311 años por nueve delitos de sangre, tan sólo estuvo en prisión 16 años gracias a los beneficios penitenciarios que disfrutó, siendo excarcelado en 2003. Otro de los miembros del comando participaría en el asesinato de un inspector que iba a comprar el periódico de la mano de su hijo de tres años, quien durante horas anduvo perdido llorando. Algunos de estos personajes se hacen llamar ahora “artesanos de la paz”. Que no caigan en el olvido ni su ignominia ni el merecido recuerdo y homenaje a sus víctimas.