La banda del cable
Una banda de quién sabe dónde ha arrasado en las frías nocturnidades de diciembre la línea telefónica desde el empalme de Labros-Hinojosa a Milmarcos. Unos ocho kilómetros bordeando la CM 2107 con firme rehabilitado e inaugurado en 2022 por el presidente García-Page.
Los artistas del cable, según relatan agricultores afectados, actuaban al caer la tarde con impunidad total y cierta profesionalidad depurada día a día. Al principio, en el silencio del primer sueño de los contados vecinos, tiraban de motosierra para derribar los postes. Una vez en tierra, los despojaban de viejos cables junto al moderno de fibra óptica, al parecer para llevarse el cobre u otros componentes.
Casi en Navidad vinieron provistos de algún artilugio para, ante la espesura de sabinas, cortar cables sin necesidad de tumbar los palos. A continuación los quemaban en fogatas con algún combustible para limpiarlos de plásticos envolventes y venderlos a mejor precio.
Ningún alcalde, juez de paz o profesionales oficiosos como secretarios, sanitarios, sacerdotes, carteros o panaderos denunciaron nada. Algunos creyeron que se trataba de modernos arreglos de la línea con la fresca, de un pequeño terremoto o del rodaje de algún spot navideño para “poner en valor”, como recitan nuestros políticos, la España vacía o vaciada.
Tampoco parece haberse enterado la compañía telefónica, quizá por aquello de que mientras algo funcione y sigamos facturando, quietos. Para colmo, choca la pasividad de la Guardia Civil, que adujo falta de efectivos en repuesta telefónica a un agricultor damnificado e indignado por la desidia.
Los chicos del cable se han plantado a escasos 200 metros de la casa cuartel de Milmarcos. A este paso, advierte un veterano de la zona, a lo tonto me lo bailo le roban a la Benemérita el tendido de la fachada y se lo llevan envuelto en la bandera. Mandaría huevos.