La calle y las urnas

18/05/2011 - 00:00 Antonio Casado

 
La palabra es cambio. Cambio como objetivo y protesta callejera como método. Sin ir más lejos, Rajoy también se apunta al grito del cambio. Pero el grito no suena igual en los mítines que en la calle, en la Puerta del Sol y en otras plazas de ciudades españolas que miles de manifestantes quieren mantener abiertas hasta la jornada electoral del domingo. Dos enfoques, dos atmósferas. Dos campañas paralelas que no se encontrarán por mucho que se prolonguen. Una la protagoniza la clase política. Otra es la de los excluidos del Estado del Bienestar y la Sociedad de Consumo. Jóvenes en su mayoría, que sufren un 45 por ciento de paro y no se sienten en absoluto representados por los partidos al uso. Creen con razón que no es justo un sistema que genera semejantes desequilibrios en la estructura social de nuestro país.
 
   Y de entrada hacen responsable a una clase política incapaz de reconducir la situación. Imposible que un movimiento de rebeldía contra la clase política acabe aceptando las reglas del juego de una campaña electoral protagonizada por la clase política. Pero sí hemos de reconocer que las dos campañas, la de las plazas y la de las urnas del 22-M, se han cruzado en vísperas del recuento para la renovación del poder autonómico y municipal. Con reacciones que retratan a los de una y otra campaña. Los de la calle representan un viejo e identificado malestar. Un estado de ánimo de persistente reflejo en los altos índices de abstención electoral, en la valoración de la clase política como la tercera gran preocupación de los españoles, en los bajísimos índices de alineamiento ideológico y afiliación política entre los jóvenes, según los desprestigiados patrones clásicos, se entiende. Y así sucesivamente.
 
   En esas coordenadas resulta totalmente lógico toparse con lemas dominantes al estilo de "No los votes" y "No nos representan". También se están retratando los dirigentes políticos que concursan en la campaña convencional. Los hemos visto quedar descolocados por un elemento nuevo que no estaba en el guión. En ese guión absurdo de los candidatos donde todo es previsible, repetitivo, impostado, vacuo, ceñido a la estrategia de los cerebritos mediáticos. En la derecha la reacción ha sido defensiva ("Lo fácil es meterse con los políticos", ha dicho Rajoy). En la izquierda se ha detectado la mala conciencia (Zapatero calla, pensando seguramente en que los del "No nos falles" deben estar acampados por ahí). Y en la izquierda de la izquierda, donde se sitúa IU, se han subido a la ola ("Apoyamos este movimiento de rebeldía porque somos parte de él", dice Cayo Lara). Por lo general, todos han reaccionado pidiendo a los desertores del sistema que acudan a votar el domingo porque la solución está en las urnas. No han entendido nada.
 
   
 
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