La canción del 15-M

19/06/2011 - 18:25 Consuelo Sánchez Vicente

 
La semana "de la indignación" baja revuelta para el Gobierno; ya no vale silbar, está vez tendrán que tomar nota y asumir que la gran protesta de este fin de semana es una interpelación al poder y que los que tienen el poder, es decir, firma en el BOE para cambiar o dejar las cosas como están, son los gobiernos; en España, Zapatero, no Rajoy, por simplificar. Pero, ¿qué es lo que hay que asumir a parte del malestar, qué en concreto? Algo que "los indignados" han conseguido transmitir con toda claridad es que no se sienten representados por ningún partido, ni inclinados ideológicamente más hacia "esta" izquierda o hacia "esta" derecha, aquí el viejo truco de ir de "coleguis" de los protestantes y culpar de las quejas a la oposición "de derechas", no le ha funcionado a los socialistas. Pero, ¿qué piden? ¿Qué es lo que hay que cambiar... en concreto? Porque decir que lo que hay que cambiar es el mundo no vale, si se quiere avanzar. La música del 15-M nos suena a todos, y bien, a cualquiera que le preguntes sabe que lo que lo que quieren cambiar es todo lo que todos sabemos que no funciona o que podría y debería funcionar mejor. La expresión "otro mundo es posible", que es uno de los eslóganes adoptados por este movimiento, resume bien este sentir yo diría que bastante general; ¿quién le va a decir que no a un mundo más justo y humano, a pensiones más dignas, a un trabajo con derechos o al derecho a un techo? ¿Quién no quiere un medio ambiente limpio, el fin del hambre o la paz en el mundo? El movimiento del 15-M tiene una buena música pero falta la letra, ese es su talón de Aquiles. Para poder pasar del sentir a la acción, de tararear a cantar, a la canción del 15-M le falta la letra, un plan, lápiz y papel, acotar y ordenar las tareas, concretar: un discurso articulado, en definitiva. Un movimiento como este del 15-M que carece de líderes y de portavoces autorizados chirría en un sistema como el actual, que bueno, malo o regular es el que tenemos. ¿A quien representan? La democracia representativa se basa en el diálogo, en la interlocución, para ser productivo el diálogo político tiene que partir de propuestas todo lo rompedoras que se quiera pero claras. Y algo que parece una perogrullada pero que es fundamental, los "contertulios", los negociadores, tienen que caber físicamente alrededor de la mesa de negociación. Esto los partidos políticos lo tienen resuelto y los del 15-M no. Yo no se como se hace pero, ese es su reto. Sin capacidad de interlocución, "los indignados" (quede constancia de que excluyo a la ralea violenta que se les han "pegado") se diluirán como un azucarillo en un vaso de agua y se perderá toda esa energía tan positiva que desprenden, o lo que es peor, los instrumentalizará el primer oportunita que logre arrebatarles la bandera con la excusa de hacerla ondear: se los tragará "el sistema". Sobran ejemplos en la historia. La democracia directa, sin líderes ni partidos representativos, es impracticable en sociedades de masas como la nuestra; en la Atenas clásica los ciudadanos con derecho a voz y voto decidía a mano alzada entre otras cosas porque cabían físicamente en la plaza, en el ágora. Los ciudadanos con derecho a voz y voto de, por ejemplo, Madrid, ni siquiera caben físicamente en la simbólica Puerta del Sol... suponiendo que estuvieran por la labor.