La coleta

16/11/2019 - 18:36 Javier Sanz

El “mandao” vendrá de Bruselas: ahí va este fajo y no hay más, gástenlo en lo que quieran pero que no falten el agua ni la luz ni las tiritas, ni los donuts en los chinos de las esquinas de los colegios.

El asunto no es otro que la coleta. Por la corte ya corre la especie de que caen esas crines sobre cierta giba para disimularla, vaya usted a saber, pero la coleta se ha quedado tan viejuna como comprarse un casoplón –cfr. Diccionario de la Lengua Española- en Galapagar o en Torrelodones, luego que no hay para alarmarse tanto con el previsible acceso de la coalición al poder pues los tics visuales se trasmutan en el canto de la gallina. El previsible vicepresidente del Gobierno español –EREs Y ERC de por medio-, actor sublime en papeles antagónicos odio-amor a Sánchez, ha tirado por una estética de Cornejo para extras de Sacco e Vanzetti cuando podía haber optado por recuperar un look Wilde o Baudelaire, también Bécquer o Valle-Inclán, pero se ha disfrazado de una cosa como de mozo de domingo que regresa de la uni para tirar los cohetes delante de la procesión del patrón del pueblo.  

El “mandao” vendrá de Bruselas: ahí va este fajo y no hay más, gástenlo en lo que quieran pero que no falten el agua ni la luz ni las tiritas, ni los donuts en los chinos de las esquinas de los colegios. La música viene siendo la de siempre y la letra se canta en alemán o en francés, que en castellano no se acopla a los compases. El icono del asunto sigue siendo el paraguas azulón, con estrellas amarillas en la orilla, que abría Solbes en Sigüenza por Semana Santa, cuando tronaba. Más que paraguas era un editorial envarillado: el que quiera pulmonía que se quede fuera; la suerte, o sea, de estar enganchados a Europa aunque sea por abajo, como Harold Lloyd en el minutero del reloj del rascacielos.

Europa, en síntesis de Benedicto XVI un gran legado armado intelectualmente por la filosofía de Grecia, el derecho de Roma y la religión de Israel, es ahora un sindicato con economato en el que mal que bien siempre habrá un bote de Litoral para salir del paso si vinieran mal dadas por brexits de reinos donde la madre no acaba de fiarse de un chaval de 71 años para cederle los trastos. Europa, un lujo artístico bien enfilado donde el viajero no acaba de salir de su asombro así que cruce fronteras y fronteras, bastante tendría con no desafinar cuando silbe la IX de Beethoven, el himno común de consenso, pero sus bien cebados habitantes están a la que salta para poner rumbo a Mallorca o Tenerife, islotes que manan birra por cada rendija a precio de puta, lugares donde los mejores médicos del mundo, patanegras españoles, impiden que lo dejes aunque entres en urgencias con la cabeza en la mano.

El asunto es la coleta, lo demás está salvado por pertenencia al club, al casino, por el acceso al economato. La gente no se ha hecho todavía a que un vice con el niño en la mochila pase revista el día de la Hispanidad y se les tenga que cuadrar el General para darle novedades. La aspiración del previce era retirarse con una entrada en la Wikipedia donde ponga: anterior, Carmen Calvo; posterior, el que venga. Ya está. un vicepresidente de Gobierno –EREs y ERC de por medio- le ha robado la cartera a quien hasta hace cuatro días, 10N, padecía insomnio cuando le hablaba de presos políticos y referendums. Y Paquirrín pincha “España cañí”.