La confianza
06/09/2011 - 00:00
Ya sabemos a lo que se dedican ahora los diseñadores de las montañas rusas que se han quedado sin trabajo: a decorar balances de las Bolsas europeas. Son ellos los responsables de las subidas y bajadas, de los círculos, de los giros invertidos y de todos estos sustos que vivimos encadenados sin que se detenga la carretilla en la que vamos subidos. Lo único que tenemos asegurado es que de aquí no nos podemos bajar aunque nada impediría que la fuerza centrífuga nos arrojara fuera de golpe y nos mandara al suelo de bruces como el que cae de un burro. Así que cojan aire cuándo puedan porque enseguida vuelven las curvas y los mareos; después de un lunes negro queda toda una semana de emociones garantizadas, (y ninguna buena).
Nos ha tocado compartir carretilla con la señora Lagarde que es un prodigio en meteduras de pata y desaceleraciones violentas. El fin de semana tuvo como ocurrencia vaticinar una nueva recesión mundial y sus palabras fueron claves para el despeñe de los mercados, pero luego le han hecho una entrevista en la que posa con traje gris marengo y afirma que "tenemos que romper el círculo vicioso de la crisis de la confianza".
Nadie lo podría decir de tan elegante señora, y mucho menos con un traje de chaqueta tan bien cortado por el oportuno sastre, pero si hay algo vicioso en esta crisis con gente como ella, personas que han ayudado muy poco a verlas venir. No estaría mal que se aplicaran lo que enseñan en primero de "Maquiavelismo" en las escuelas de política-parda: "Cuándo no eres la 0solución te conviertes en el problema".
Y la señora Lagarde debería haber cogido la senda de la prudencia, y una vez que ya es tarde también debería haber cogido la senda de la despedida. Pero nada más lejos de su intención: ella permanecerá al frente de la crisis sin darse cuenta de que la crisis también es ella.
No sé cuántas curvas más nos esperan hasta que se den cuenta de que el diseño de crisis que tenemos lo han hecho los mismos que están al frente de los mercados y de las políticas que les asisten. Y que lo que periclita además de la economía es este modelo que ha cometido más tropelías que una convención de piratas del Indico. Lagarde, DSK y resto de malvados con guardaespaldas.
Confianza es una palabra que deberían borrar de su diccionario estos tipos tan extraños que de la ruina hacen negocio. Se nota enseguida quienes son: los únicos que no se marean cuándo las Bolsas hacen giros inesperados, los que aparcan el coche en la puerta de los restaurantes más caros de Nueva York, París, Berlín, Londres o Madrid.