La crisis, en el Congreso

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

ANTONIO CASADO PERIODISTA
En el debate parlamentario del martes pasado Zapatero apeló a la necesidad de la cooperación y el acuerdo entre las fuerzas políticas para concertar decisiones orientadas a superar la crisis económica.
Pero, como era de esperar, a la vista de los antecedentes, prácticamente todos los portavoces de los grupos políticos le vinieron a decir que esas cosas no se pregonan sino que se practican sin más. Fue una de las novedades del debate, si es que se pueden calificar de novedades las tres aportaciones del presidente del Gobierno a la primera página de los periódicos del miércoles. Las otras dos: reducción del gasto no financiero por una cuantía de 1.500 millones de euros y la promesa de reforzar la cobertura de la protección al desempleo. Pero las tres sonaron como una nueva ronda oficial de paños calientes, más que como medidas de fondo destinadas a modificar las desalentadoras tendencias en un panorama cada vez más negro.

Aparte de eso, los contenidos del debate fueron los mismos ya debatidos y trillados durante estos dos o tres últimos meses. Así que Zapatero revendió ante sus señorías los 32.000 proyectos del llamado Fondo Estatal de Inversión Local creado por el Gobierno con una dotación de 8.000 millones de euros. Según los cálculos oficiales, esa palanca financiera servirá para generar unos 400.000 empleos directos e indirectos.

Si nos alistamos en la causa del optimismo incurable del presidente, hemos de saludar la creación de tantos puestos de trabajo. Ver para creer, se dirá con razón. Mientras no sean una realidad contante y sonante, siguen en la cuenta donde Rajoy anota la falta de resultados respecto a medidas concretas ya adoptadas por el Ejecutivo. Como las referidas a inyectar liquidez en el sistema financiero, sobre las que Zapatero insiste en pedir tiempo y paciencia antes de ver sus efectos,
Desde el punto de vista estrictamente político, se impone una constatación. La de que prácticamente todos los portavoces denunciaron la desorientación del Gobierno en sus intentos de encontrar una salida a la crisis. Zapatero se puso a la defensiva, aunque sólo estuvo desapacible con Rajoy. En este duelo bilateral se percibió que ambos tenían la vista puesta en las elecciones vascas y gallegas. Ahí se centró el interés político del debate. Sobre todo en los turnos de réplica, en la que el presidente se refirió a la demagogia del líder del PP. Y éste, a la falta de credibilidad de Zapatero.

A pesar de todo, Zapatero no cayó en la tentación de aprovechar el desvanecimiento político del PP para deslegitimar las propuestas de su líder sobre la crisis económica. Hubiera sido una mezquindad. Pero, insisto, no lo hizo, salvo una vaga alusión al mal humor de Rajoy. “No lo pague usted conmigo”, le dijo el presidente del Gobierno.