La crisis nos aturde
07/09/2011 - 00:00
Cada vez más lunes negros sin martes verdes (esta vez fue un miércoles). La tormenta de la crisis económica nos zarandea mientras gobernantes y medios de comunicación trasladan al ciudadano medio algo parecido a la angustia. O la ansiedad, por la exposición a un peligro incierto, desconocido y no bien descrito del todo por unos expertos que manejan conceptos de difícil aprehensión para el resto de los mortales.
Nos dicen que nos estamos acercando al abismo sin saber exactamente en qué consiste, más allá de lo que dicen los medios en su cansina repetición de tecnicismos como la prima de riesgo, el diferencial, los mercados, los eurobonos, etc. Una cantinela que se ha hecho familiar para los españolitos que escuchan la radio en el atasco matinal de las grandes ciudades.
A veces uno tiene la impresión de que, perdidos en el discurso de los iniciados en estas cuestiones, al español corriente esas cosas le entran por un oído y le salen por el otro. Lo que de verdad entienden es lo que significa un embargo por impago o perder el puesto de trabajo, por ejemplo. O que sus ahorros se evaporen el menor día, después de una de tantas sacudidas como las que venimos sufriendo en este último año y medio.
Todo eso es de aplicación particular en el bolsillo de cada uno. Pero de lo que se habla en los periódicos es de la economía nacional, la pública, que también puede ser embargada el menor día si no paga sus deudas. Y el caso es que para mantener un tinglado que gasta (servicios) más de lo que ingresa (impuestos) necesita 600 millones de euros diarios, que ha de pedir prestados (deuda) a unos inversores (mercados) que ponen precio al peligro de quedarse sin su dinero (prima de riesgo). Y ese precio es altísimo en el caso de España.
La espiral es infernal. Nos endeudamos para pagar deudas anteriores. Y para pagar las nuevas tenemos que seguir endeudándonos. Deuda sobre deuda en un laberinto del que sólo se podrá salir con crecimiento.
O sea, con ingresos, hasta que éstos sean superiores a los gastos y podamos devolver lo prestado sin acudir de nuevo al prestamista. Como en cualquier familia, que no podrá devolver las deudas si no tiene ingresos o éstos son insuficientes.
Es el caso que la función reactivadora del endeudamiento y el déficit público, como palancas del crecimiento durante las últimas décadas. Y hoy por hoy las deudas de ciertos países, como el nuestro, ya no reactivan nada sino que tienden a comerse el escaso crecimiento de nuestra economía mientras se extiende el miedo a una segunda recesión. De momento, las últimas cifras indican que la Unión Europea está creciendo a un modestísimo 0,2 por ciento. Y en esa media está España. Desalentador
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