
La cristianización de algunos ritos de mayo
Acabando el “mes de las flores”, desgranamos algunas claves de la parcial cristianización de ciertos ritos de origen “pagano” que se siguen celebrando en el mes de mayo.
Pasó el 30 de abril y cumplimos, un año más, con la tradición de cantar los mayos en las tierras alcarreñas que nos acogen en esa noche entrañable y única, cumpliendo el rito secular. Antes participamos también en los mayos urbanos que las “Gentes de Guadalajara” organizaron, previamente, con la colaboración del Ayuntamiento capitalino. Otras “Gentes de Brihuega”, también con la colaboración de su Ayuntamiento y de varias rondas y grupos de la provincia pusieron música y voces en el IV Encuentro provincial de mayos; en este caso el día 2, para no coincidir tampoco con la planta y canto de los mayos en su noche; en Brihuega, el cartel reflejaba también la colaboración de algunas firmas comerciales; pero estos cantos de mayo actuales salen adelante, también con la ayuda imprescindible de personas, asociaciones, grupos de “amigos”, en definitiva “gentes” de estas variopintas tierras.
Las fiestas van evolucionando con el paso del tiempo. Los ritos de mayo, como ocurre con otros casos, tienen su origen en costumbres “paganas”, relacionadas con cultos a la naturaleza, a los árboles, a las plantas, a la fecundidad de los seres vivos y de la tierra, a la “magna mater”, que, en este momento del ciclo anual, se encuentra en su momento álgido.
El Mayo. El Casar. Foto: José Antonio Alonso.
Pero no entraremos ahora en explicar las posibles relaciones de estas fiestas con los antiguos cultos, sino en reflexionar sobre la curiosa cristianización de los mismos. En nuestra tierra hay varios ritos que han tenido o tienen lugar por estas fechas. Tal vez los más conocidos sean los del canto y planta de los mayos. La planta tendría que ver con antiguos cultos a los árboles o “dendolatrías”, en un lenguaje usado por los estudiosos. Relacionada con esa costumbre está otra no menos popular, que es la del canto de los mayos. Hasta hace unas décadas, era habitual que dichas canciones se acompañaran del emparejamiento de la juventud, siguiendo distintos sistemas, de ahí que, todavía en los versos, quede un lugar para los nombres del mozo y de la moza que se emparejan. En aquellas épocas las relaciones eran menos espontáneas y estaban regidas por los usos y costumbres de que hablamos. Era habitual que las parejas surgidas del rito, se pusieran de acuerdo para bailar juntas durante todo el mes de mayo, con el fin de formar parejas estables que aseguraran, boda mediante, la procreación y, con ello, el futuro de nuestras comunidades.
Estos ritos de mayo tenían, de alguna manera, su extensión en otros del mes siguiente como las “enramadas” y los “pimpollos” o árboles que, en algunos lugares, se plantaban a finales de junio y que todavía se recuerdan o celebran en algunos lugares de la zona molinesa.
Relacionada con estos rituales ancestrales está también la costumbre de poner altarcitos a las “mayas”, todavía viva en nuestra capital.
Con flores a María. Atienza. Sta María del Val. Foto: José Antonio Alonso.
Pues bien, a lo que íbamos, en nuestros pueblos y ciudades podemos observar rasgos de esa cristianización o adaptación de los cultos paganos a la religión cristiana: la Virgen María pasó a recibir los ancestrales cultos a la tierra o “magna mater”. En muchas de nuestras localidades, Albalate de Zorita, Escariche, Pastrana etc., se cantan o cantaban los “mayos a la Virgen”, en primer lugar, normalmente a la puerta de la iglesia, antes de cantar los de las mozas, incluso, siguiendo la costumbre de los mayos, se empareja a la Virgen con San José, como no podía ser de otra manera:
Si vos lograrais Señora,
se ofrece José Glorioso
Toda vez que vuestro mayo también sea vuestro esposo
Que cantaban en Escariche, según recopiló López de los Mozos.
Estos mayos a la Virgen siguen, normalmente, el esquema de los mayos “profanos”: petición de licencia para cantar, descripción, en este caso de las virtudes de María, y despedida.
Cruz de Mayo. Pastrana. Foto: José Antonio Alonso.
El “mes de las flores”
Por otra parte el mes de mayo se convirtió, con el tiempo y con la acción de la Iglesia y de sus fieles, en el mes de María y en el “mes de las flores”, en el que no faltaban ni faltan las ofrendas florares para ornamentar las imágenes, ermitas y santuarios marianos y las canciones alusivas a ese tipo de ofrendas:
Venid y vamos todos/
con flores a porfía,
con flores a María,
que madre nuestra es…”
El lenguaje de este tipo de canciones refleja también esa simbiosis entre lo popular y lo culto, ya que muchos de esos cantares, mayos incluidos, forman parte de la lírica tradicional, pero también conservan elementos de otras fuentes. Esto suele ser muy notorio en el caso de algunos mayos a la Virgen, tras los cuales se ve la mano culta de su autor o autores, pero también en los de las mozas, en alguno los cuales (Alcoroches, Ruguilla, etc.) se hace referencia, por ejemplo, al artista Apeles, famoso pintor de la corte de Alejandro Magno, cosa seguramente poco conocida por el común de nuestras gentes agricultoras.
Cara pintó hermosa,
número de Apeles,
para dibujarte/ no traigo pinceles.
Las cruces de mayo
Para la ortodoxia cristiana el árbol más importante es el “árbol de la cruz”, donde Jesucristo fue inmolado, de ahí la celebración por estas fechas de las “cruces de mayo”, muy populares en la Alcarria -Pastrana, por ejemplo- y, fuera de la provincia (Andalucía, La Mancha, etc.), que ha convivido en las fechas con otros ritos similares como el de los altares de las “mayas”, o niñas que, con carácter petitorio, perviven en los barrios de Guadalajara, Madrid y otros muchos lugares de la península.
Muchas advocaciones marianas (la Virgen de la Fuensanta, por ejemplo) llevan en el nombre y en las leyendas que las suelen acompañar, el origen “pagano” que precedió a ese culto, en este caso la existencia de fuentes sagradas con propiedades especiales o curativas.
También los “pimpollos” y las enramadas, ritos semejantes a los mayos, que hemos celebrado y que todavía perviven en algunos lugares, fueron cristianizados y, ahora se celebran en junio, por solteros y casados en las fiestas de san Juan y san Pedro.
En el s. IV, el cristianismo pasó de estar perseguido a formar parte del poder establecido en el imperio romano; de entonces a ahora hay una larga historia de prohibiciones y de adaptaciones, pero también de tolerancia y convivencia, bajo las cuales se percibe la lucha de las distintas mentalidades que forman parte de nuestro sustrato y de nuestra historia.