La culpa, claro, la tienen las encuestas
La semana comenzó con el repique de encuestas periodísticas que hicieron, más que nunca, temblar el palacio de La Moncloa. La gráfica con la curva ascendente para el Partido Popular y descendente para el socialista se acentuaba peligrosamente. Pero eso no es lo peor: lo peor son los sondeos que obran en poder de algunos 'barones' regionales -es decir, también en la sede central del PSOE en la calle Ferraz- y otros trabajos demoscópicos que, encargados por instituciones diversas, van circulando por los mentideros políticos como regueros de pólvora que algún día, más cercano que lejano, estallarán. Ya han empezado, de hecho, a estallar.
Nervios, muchos nervios, fueron sin duda los que provocaron el tremendo error del presidente castellano-manchego sugiriendo que él no quiere la visita de Zapatero en su campaña electoral. José María Barreda teme, justificadamente según los datos que circulan, que la 'popular' María Dolores de Cospedal le arrebate la presidencia de la Comunidad; parece que algún asesor precipitado le ha aconsejado cargar contra el jefe de filas, en lugar de poner orden en sus huestes manchegas, entendiendo acaso que Zapatero, ahora, es "infeccioso" (con estas palabras, atribuídas al mentado asesor, me lo contaron).
Supongo que Barreda se habrá arrepentido a estas alturas de su nuevo arranque: no será así, desde luego, como vaya a ganar a Cospedal el próximo mes de mayo. Su petición de perdón llegará, imagino, en cualquier momento. Las reconvenciones a su actitud ya proliferan en la familia socialista, donde algún otro barón, también amenazado por las previsiones de los sondeos, se ha apresurado a declarar que es inimaginable que Zapatero, el hasta hace muy pocos meses intocable Zapatero, no participe en la campaña. ¿Quién puede prohibir al secretario general del partido y presidente del Gobierno que acuda a los mítines de su propia formación? Y, además, ¿es desaconsejable que el líder vaya a los mítines?
Para mí, la "salida de pata de banco" de Barreda ha sido lo más destacado de la semana, una semana en la que hemos podido escuchar, eso sí sin micrófonos, muchas voces que reclaman ese cambio de rumbo que el presidente castellano-manchego ha pedido, estridentemente, en declaraciones a los medios. Comprendo que, como me dicen, Zapatero esté dolido. Más dolido aún que cuando desde el Fondo Monetario Internacional desmienten las previsiones del equipo económico del Gobierno. Más dolido que ante la "incomprensión injusta", dice, de algunos comentarios periodísticos. Más dolido aún que ante los resultados de unas encuestas que desde el PSOE ni se molestan ya en desmentir o criticar: las conocen de antemano. Coinciden con las que el propio partido tiene. Por eso afloran los nervios. Y no solo en el palacio toledano de Fuensalida, donde radica el despacho del presidente de la Junta de Castilla-La Mancha.