La cultura vocacional

17/03/2013 - 00:00 Atilano Rodríguez

  
  
  
  En la última reunión del Consejo del Presbiterio, celebrado el día 31 de enero, quienes presentaron la ponencia, que serviría de base para el posterior diálogo en los grupos, hicieron especial hincapié en la necesidad de crear una  “cultura vocacional” en toda la diócesis para hacer posible, con la ayuda de la gracia divina, el fomento de las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. Para algunos la expresión “cultura vocacional” puede resultar novedosa o no ser bien comprendida. Por ello, creo que todos debemos hacer un esfuerzo por entender el contenido de estas dos palabras. Si no resolvemos esta duda, podemos seguir llevando a cabo la acción pastoral sin preguntarnos qué es lo que podemos hacer cada uno en la familia, en el colegio, en la parroquia y en el arciprestazgo para favorecer e impulsar la “cultura vocacional”.
 
  En principio, tenemos que partir del significado del sacramento del bautismo. Dios, que nos ha llamado a la existencia y ha cuidado de nosotros desde el vientre materno, el día del bautismo nos ha constituido hijos suyos, regalándonos la participación en su misma vida y haciéndonos miembros vivos de la Iglesia, la familia de los hijos de Dios. Es siempre Dios el que sale al encuentro del hombre para llamarlo, para invitarlo al seguimiento, para ofrecerle su amistad y para hacerlo partícipe de una alianza de amor. Por tanto, la vida del cristiano no consiste tanto en el cumplimiento de un conjunto de normas o mandatos, sino en el seguimiento de Jesucristo, en la respuesta a sus llamadas y en el cumplimiento de sus enseñanzas.
 
  El Papa Benedicto XVI lo dice con mucha claridad, cuando afirma en la encíclica Dios es amor: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por abrazar una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida”.  A partir de este primer encuentro con el Señor, que nos llama a vivir en su amistad, quienes acogen esta primera llamada tendrán que seguir respondiendo a otras llamadas suyas a lo largo de la vida. Mediante la respuesta a estas nuevas llamadas, cada bautizado podrá elegir, guiado siempre por la acción del Espíritu Santo y acompañado por alguna persona con experiencia creyente, seguir al Señor con radicalidad evangélica en la vocación laical, en la vocación sacerdotal o en la consagración religiosa. Por lo tanto, las distintas vocaciones eclesiales tienen su fundamento en la primera llamada que el Señor nos hizo a todos a ser sus discípulos y a vivir como hijos suyos el día del bautismo.
 
   Hablar, por tanto, de “cultura vocacional” lleva consigo la presentación de toda la vida cristiana en clave vocacional, como respuesta a las llamadas de Dios. Los sacerdotes, religiosos y laicos somos llamados por Dios a vivir en su amor, pero cada uno, de acuerdo con su vocación específica, deberá responder a las sucesivas llamadas que el Señor le va haciendo a lo largo de la vida. Entendida de este modo la vida cristiana, nos obliga a permanecer siempre en actitud de escucha para acoger la voz de Dios y para cumplir en cada momento su voluntad. Ante la próxima celebración del día del Seminario, pidamos al Señor que sean muchos los niños y jóvenes que escuchen su llamada y respondan generosamente a la misma. Feliz día del Señor y que Él nos ayude a descubrir y vivir con gozo la vocación.