La economía se asoma al abismo

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: Redacción
ADOLFO YÁÑEZ-Guadalajara
Atravesamos malos tiempos. Quiebran importantes bancos de inversión como el Lehman Brothers que, tras siglo y medio de actividad, amenaza con arrastrar en su caída la estabilidad de los mercados financieros planetarios.
Conocen momentos de absoluta incertidumbre grandes compañías de aviación como Alitalia o prestigiosas empresas como American International Group (AIG), ex número uno mundial en el área de los seguros, y luchan desesperadamente por mantenerse a flote sectores enteros como el turístico o el inmobiliario. En definitiva, esa crisis que muchos políticos no veían llegar por ninguna parte y de la que deseaban que nadie les hablara, ha comenzado a enseñarnos a todos su rostro más preocupante.
La voz autorizada de Alan Greenspan indicaba, hace escasas fechas, que la situación en la que nos hallamos es de las que “no se producen, probablemente, más que una vez cada cien años”. Tan en serio se han tomado algunos la coyuntura actual que, de competidores despiadados entre sí, han pasado a constituir fraternales “consorcios anti-bancarrota” que les permitan defenderse de las tormentas que todavía están por llegar. Esa ha sido la previsora actitud que han tomado, por ejemplo, entidades estadounidenses de la talla del Bank of America, JPMorgan Chase, Merrill Lynch, Goldman Sachs, Citibank y Morgan Stanley junto a las instituciones europeas Barclays, UBS, Crédit Suisse o Deutsche Bank.
Como consecuencia del nerviosismo que se advierte en altas esferas de la economía mundial, las bolsas se han contagiado de pánico y sus convulsiones han comenzado a ser inquietantes. Ni los grandes ni los pequeños inversores saben dónde mirar, pues tampoco la construcción es ya refugio del dinero. Esos inversores creen encontrar en la construcción, precisamente, el origen de sus zozobras de hoy. Y es que, en tiempos muy cercanos, el ladrillo parecía oro que todo lo avalaba, todo lo sostenía y todo lo dinamizaba, pero ha pasado a ser simple barro que nadie compra.
Según los expertos, a los ciudadanos de a pie nos esperan años de muy difícil acceso al crédito, ya que los préstamos serán cada vez más escasos y caros. Nos esperan años de dificultades en el empleo, años en los que la globalización y el efecto dominó en las empresas harán que nadie estemos a salvo de los problemas ajenos. Y, por supuesto, a la gente normal y corriente nos esperan años de apretarnos el cinturón sin límites, pues es sabido que, los que engordan en épocas de bonanza, nunca son los llamados a enflaquecer en épocas de crisis.