La España de las lavadoras
Dicen los malvados que desde La Moncloa y otros palacios no paran con iniciativas sorprendentes en su ofensiva para, por ejemplo, distraer la atención de los ciudadanos sobre los indultos.
Una vacuna u otra, la agenda 2050, repentino iinterés por la despoblación, mascarilla sí o no… Dicen que los estrategas propagandísticos se las apañan para inventar cortinas de humo, término de origen militar, que alude a la niebla provocada por un contendiente para impedir al enemigo percatarse de sus propios movimientos de tropa. Es un viejo recurso de opinión pública consistente en sacar a la palestra temas polémicos, picantes, que provoquen mucho ruido y generen intensos debates.
El cine mostró en 1977 una en toda regla con la famosa película ‘Wag the Dog’ (‘La cortina de humo’), protagonizada por Dustin Hoffman y Robert De Niro. Un presidente era acusado de abuso sexual a dos semanas de la ansiada reelección. Para contrarrestarlo, su asesor de la Casa Blanca contrató los servicios de un productor de televisión para desviar la atención de la ciudadanía con una historia más grande y mejor: la declaración de guerra (ficticia) a un país remoto.
Dicen los malvados que desde La Moncloa y otros palacios no paran con iniciativas sorprendentes en su ofensiva para, por ejemplo, distraer la atención de los ciudadanos sobre los indultos a cambio de votos parlamentarios, la llamada crisis diplomática España-Marruecos, el desempleo, las listas de espera, el repunte de impuestos o el galimatías de la PAC.
La penúltima cortina, sin intención si no pensamos mal para no acertar, llega con el ‘tarifazo’ de la luz. Organizaciones de consumidores y hasta ministros aconsejan para afrontarla una reorganización de las tareas domésticas hacia el horario nocturno, especialmente con lavadoras y friegaplatos. Las discusiones y peleas están servidas en muchos municipios, competentes en materia de horario de ruidos. Los centrifugados se ponen a cien a medianoche y el concierto de música vanguardista con electrodoinstrumentos puede seguir hasta el amanecer.
Un diario francés ha bautizado el fenómeno, con su peculiar rechifla, como “La España de las lavadoras”. Quizá la que nos faltaba. Por suerte, no llegará a nuestros pueblos, con mucho espacio y escasos vecinos. Además, no han olvidado el restregado manual con jabón artesano o Lagarto en tablas, balsas, lavaderos o ríos.