La España molinizada
Las dos Castillas, Aragón, Galicia y Andalucía conforman el grueso de la nueva nación, generadora de electricidad para el resto. Soporta casi el 80% de los gigantescos molinos.
De la España vacía, exitoso libro de Sergio del Molino con un acertado título como expresión antropológica, pasamos a la España vaciada, un lema resentido enarbolado por la plataforma que con más pena que gloria, incluso en Teruel, concurrió a elecciones.
Hoy puede hablarse de la España llena, no de población, talento, prosperidad o inversiones, sino de parques de aerogeneradores y paneles solares. Una España que se superpone como un calco a las anteriores, según recientes estadísticas.
Las dos Castillas, Aragón, Galicia y Andalucía conforman el grueso de la nueva nación, generadora de electricidad para el resto. Soporta casi el 80% de los gigantescos molinos y de esta producción, que eleva ligeramente algunos ingresos municipales. El sumun son las provincias de Zaragoza y Albacete, donde el 80% de sus habitantes disfruta de uno de estos 1.345 complejos.
El mapa eólico-solar hispano excluye al País Vasco y Navarra, como manda Bildu. Reciben, eso sí, pingües ingresos de esta industria ligados a la fabricación o patentes. También ha borrado Cataluña, donde los emprendedores en estas energías ‘limpias’ han partido hacia otras latitudes.
No ha llegado tampoco un solo aerogenerador a la Comunidad de Madrid, plagada de chalets de señoritos poco amantes de este paisaje con sus poéticas luminarias nocturnas y relajantes ruidos, sostenibles y verdes a rabiar.
La prórroga de la UE hasta junio de 2025 a autorizar parques renovables sin evaluación de impacto ambiental, ha venido a los promotores como anillo al dedo. Y la ordenada ‘hibridación energética’ que suma parques fotovoltaicos sobre los eólicos incluso en tierras fértiles.
Italia ha frenado esta siembra de placas para salvaguardar la agricultura y de aerogeneradores junto a localidades que degeneran el rico patrimonio cultural y paisajístico. En la España eolicofotovoltáica ya no sobresalen en el horizonte catedrales ni iglesias, sino molinazos. Nos la estamos cargando.