La fiscalia tiene tajo con las cajas

28/05/2012 - 00:00 Antonio Pérez Henares


 Lo que teóricamente era nuestro fuerte y por el que se sacaba tanto pecho ha resultado tener los pies de barro, de ladrillo vamos. El sistema financiero está podrido por dentro o al menos tiene una ristra de manzanas agusanadas que amenazan al cesto entero. Que nos amenazan como país, incluso, que ahí está la prima de riesgo enfebrecida alcanzando niveles críticos de calentura. No todo desde luego, los bancos en su conjunto parecen en razonables niveles de salud y capaces de superar en su mayoría el constipado o si quieren la pulmonía. Pero las politizadas cajas, con excepciones notables (Caixa, Ibercaja, las vascas etc) tienen el mal tan arraigado que ya se está viendo que solo cabe la intervención quirúrgica y cirugía extrema, operación a vida o muerte, que se dice. Y es lo que se está haciendo. Porque no cabe otra. El Gobierno debe afrontarlo y quizás lo está haciendo económicamente de manera correcta. Otro escenario sería una catástrofe que afectaría a millones de ahorradores. A casi todos.

  Habrá que afrontar el colosal agujero. Si. Pero el asunto también reclama otras medidas. Exige una acción que la ciudadanía demanda y si no se cumple puede acabar con cualquier átomo de confianza que quedara en su dirigentes y en el conjunto de la clase política. Hay que depurar responsabilidades y responsables. No pueden irse de rositas y con el riñón forrado quienes han estado al frente de estos inmensos fiascos. Por la más elemental justicia, pero aún más cuando la población entera sufre en sus carnes los recortes de servicios, de derechos y de calidad de vida. Nadie va a comprender que mientras la inmensa mayoría vive en la preocupación, el agobio y hasta la angustia esos administradores y esos consejos de reparto político que han usado las cajas como correa de trasmisión de los delirios y desafueros de los poderes autonómicos y provinciales salgan de mal paso limpios de polvo y paja pero con los bolsillos llenos de trigo.

  El trigo que tanto escasea y nos falta. Urge esa decisión y esa acción, que ha de ser fiscal y judicial. Tienen que responder. Y tienen que hacerlo todos. Por que son todos y de todos. Desde aquellos que quebraron la primera, la de Castilla-La Mancha, encabezada por Juan Pedro Hernández Moltó, pasando por Narcis Serra y su corte catalana, por los gallegos, por aquella señora de la CAM que quería una indemnización inaudita y una pensión de 360.000 al año y por supuesto por Bankía y en especial las matrices de Caja Madrid y Bancaja, donde es posible que el menos responsable fue el ultimo en llegar, Rodrigo Rato, pero donde Blesa y donde el expresidente popular valenciano José María Olivas tienen mucho que declarar y que explicar ,amen de su recua de consejeros tanto del PP, como del PSOE como de IU, el mejor pagado, y por supuesto y en todos los casos los sindicalistas profesionales allí instalados entre los que se encuentra el gran vocinglero ugetista Martinez, que por tantos agravios clama.

  La Fiscalía del Estado tiene tajo. Un trabajo imprescindible y necesario que ofrezca alguna luz y alguna esperanza en la justicia al común de las gentes de las gentes españolas. Lo que no puede ser tolerado ni va a serlo es que después de lo sucedido y de lo que nos cuesta y va a costarnos es que “aquí como si no hubiera pasado nada”. Y ha pasado un tsunami y alguien habrá de explicar como se cavó el agujero, a quien se dieron los créditos y porque se les dieron. Quienes han dejado el terrible socavón, quienes no pagan y quienes lo permitieron. El Gobierno puede decir que hacer lo que está haciendo es porque no le queda otro remedio. Vale .

  De acuerdo. Pero tampoco le queda otra que poner ante su responsabilidad, sentar en el banquillo a quienes han sido los autores del monumental desaguisado. Aunque sean de los “suyos”. Con más motivo si son de los “suyos”. Que todos tienen ahí de los “suyos”, porque ha sido entre todos quienes durante lustros han manejado ese cotarro. Un juicio pues casi a ellos mismos y por tanto el más doloroso, pero también el más imprescindible. Con todas las presunciones de inocencia, con todas las defensas y con todas las garantías. Pero ha de celebrarse, ha de comenzar y de inmediato a ponerse en marcha. La fiscalía debe iniciar su trabajo, aunque en esto quizas ya se haya puesto manos a la obra Torres Dulce. De lo contrario la sociedad española hará una declaración total de culpabilidad, y con toda la razón y todas sus razones, a toda la clase política sin excepciones.

Artículo extraido de 'La Marea de Pérez Henares'