La gente está cabreada

20/12/2010 - 00:00 Fermín Bocos

 
A juzgar por lo que dice la gente en las encuestas y por el tono de las llamadas a las emisoras de radio, la gente está cabreada con los políticos. Muy cabreada. Saben que para tener derecho a una pensión a un diputado o a un senador le basta con haber calentado escaño durante dos legislaturas y no pueden entender que los mismos que se van a retirar con el riñón bien cubierto estén dispuestos a votar cambios y recortes que afectan a las jubilaciones de los ciudadanos de a pie. Parece -y es-, un sarcasmo. Por no hablar de burla. Porque resulta que quienes predican austeridad viven instalados en una rutina de gastos perfectamente prescindibles: desde los coches oficiales a los teléfonos móviles, pasando por las dietas de los Consejos de Administración de las empresas públicas o, ya digo, pensiones de jubilación redondeadas. Y el mismo paisaje en los reinos autonómicos. En Andalucía: ¡38.000 teléfonos móviles con cargo al presupuesto de la Junta!. En Madrid, el caprichoso traslado de la sede del Ayuntamiento ha costado ¡70.000 millones de pesetas!. En Cataluña y en Extremadura los ex presidentes de la Comunidad se retiran con sueldos y despachos de por vida, etc, etc, etc. Nunca hubo época en democracia de más gasto innecesario y arbitrario que en la España de nuestros días: la estatal, la autonómica y la municipal. En tiempos de penuria, la gente está dispuesta a sacrificarse, pero a condición de que quienes están sobre el escenario den ejemplo de austeridad. No es el caso. Por eso, ya digo, late un cabreo de fondo contra la clase política que de una u otra manera se hará presente en la vida pública española. Y no será para bien. Al tiempo.