La guerra
21/03/2011 - 00:00
Se supone que el ataque de la comunidad internacional a Gadafi no obedece a una mera necesidad de darle gusto al gatillo, esto es, de aligerar los arsenales, pero después de ésto, ¿qué? Si el mandato de la ONU se cumple estrictamente en sus términos, el resultado no puede ser otro que la supervivencia del iluminado y cruel multimillonario, no así de la de quienes sucumban a los bombardeos. O dicho de otro modo: al despreciarse la ocasión propicia para remover al sátrapa con el mínimo de daño para su pueblo, esto es, cuando hace tres semanas la gente se había adueñado de las principales ciudades y parte del ejército y del aparato estatal había hecho causa común con ella, se destruyó la posibilidad de conducir la situación de Libia por el camino por el que habían transitado las revoluciones vecinas de Túnez y Egipto. Entonces, un Gadafi acorralado y desorientado, comido por las defecciones, habría sido fácil de desactivar a poco que las potencias hubieran socorrido al pueblo, mas no parece sino que esas potencias prefirieron que el propio Gadafi, que tantos amigos parecía tener en Occidente, les hiciera el último servicio de debilitar al pueblo alzado lo justo para garantizar su docilidad a la hora del cambio.
Pero sea como fuere, lo único que se puede decir de ésta guerra, como de todas, es que es una mierda. Ésta cuenta, eso sí, con el apoyo emocional de la mayor parte de la opinión pública, que cree que se hace por humanitarismo, por salvar a los libios de las felonías del venático, por mucho que éste haya gastado ya buena parte de ellas, pues la intervención llega tarde, asesinando a diestro y siniestro. Como siempre, se sabe cómo y cuando ha empezado ésta guerra, pero no cuando y cómo terminará. Bueno, cómo sí: con un baño de sangre, con la producción en cadena de viudas y huérfanos, con supervivientes demediados, puentes hundidos, carreteras reventadas, edificios rotos, hospitales volados... y suculentos beneficios para los fabricantes de armas y los amigos del petróleo.
Y en eso estamos, en la guerra.
.