La historia de unas ovejas robadas

23/10/2015 - 23:00 Félix Pardo

Me llamo Félix Pardo Millana. Soy de Millana. He sido agricultor y ganadero con mucha energía y honradez. Dejé en Millana a mis hijos 1.300 ovejas y la agricultura. Me fui a Peralveche a comprar un ganado que nadie quería pues daba pena verlo. No tenía nada más que la piel sin carne y cogí, en el término de Azañón, la agricultura para mis hijos, el pasto para mis ovejas,y muchos ‘picolistos’. Decían que se iban a morir todas. Se murieron cincuenta y a los tres años tenía 600 ovejas y 60 cabras como yeguas. Entonces llegaron las envidias de los ‘picolistos’. En el 2002, por la noche, me robaban los cabritos y los corderos. Y si esto era poco una noche me rompieron la puerta, les cortaron las orejas a 20 ovejas y se llevaron 7 corderas en el coche. Al otro día me hicieron una denuncia falsa con unos testigos falsos. Me llamó el señor Alferez de Molina de Aragón, don Juan. Me dijo que habían roto el candado de la cerca y se habían llevado 17 ovejas y 1 cabrita. Subimos el pastor y yo y me dice el alferez que están intervenidas en una nave y le dije que las ovejas eran mías. Me replicó que dijese la verdad que sino vendría a por mí y me llevaría al calabozo. Le repetí que las ovejas eran mías. Le dije que estaba engañado y que se informase sobre mí en el cuartel de Sacedón, en el de Guadalajara y en el Gobierno Civil (entonces todavía no era Subdelegación). Y también que se informase sobre los que me habían denunciado. Todo esto fue en el año 2002. El juicio salió a los cuatro años y la señora juez dijo que las ovejas eran mías, que me las dieran. La otra parte apeló la sentencia. En el 2008 salió el segundo juicio y el juez, de nuevo, dijo que las ovejas eran mías y que se me entregasen. Pasados otros cuatro años no me las entregaban y llevamos el juicio a Madrid. Allí había un abogado y un juez y les dije que llevaba once años pidiendo el valor de mis ovejas, crías y subvenciones y que no aguantaba más. Me pidieron la cartilla bancaria y a los veinte días me ingresaron medio millón de pesetas. Ahora me gustaría poder hablar con aquel alférez, don Juan, y explicarle cómo sucedió todo para que entendiera lo equivocado que estuvo conmigo.