La Iglesia tras los recortes
01/10/2010 - 09:45
Por:
Cartas al director
JOSÉ MANUEL BELMONTE / Guadalajara
Entramos, ahora en junio en un mes decisivo. Todos lo son. Pero ahora tras los recortes sociales aprobados, el papel de unos y de otros cobra nueva luz y todas las miradas van a ir en ese escenario.
Quiero destacar, dos acontecimientos de suma importancia. El primero es Caritas, que este año, por contraste con el entorno social, adquiere una importancia y un sentido especial. El segundo, el Viaje de Zapatero a Roma. Hablo como observador. Hoy me refiero al primero. Durante los últimos años, debido a la emigración y luego a la crisis económica, Caritas ha tenido que multiplicarse. Ahora con los recortes sociales, la solidaridad de la Iglesia y su apoyo a la dignidad humana y a las necesidades básicas de los más esprotegidos se hace más necesaria. Las Cáritas parroquiales, que siempre dan el callo, salen al paso de la pobreza y la indigencia. Sus dispensarios y comedores están llenos. Los hombres y mujeres de Cáritas diocesana sin fijarse en el color, la raza, la religión de quienes llaman a su puerta, abre a todos los necesitados.
Quiero destacar, dos acontecimientos de suma importancia. El primero es Caritas, que este año, por contraste con el entorno social, adquiere una importancia y un sentido especial. El segundo, el Viaje de Zapatero a Roma. Hablo como observador. Hoy me refiero al primero. Durante los últimos años, debido a la emigración y luego a la crisis económica, Caritas ha tenido que multiplicarse. Ahora con los recortes sociales, la solidaridad de la Iglesia y su apoyo a la dignidad humana y a las necesidades básicas de los más esprotegidos se hace más necesaria. Las Cáritas parroquiales, que siempre dan el callo, salen al paso de la pobreza y la indigencia. Sus dispensarios y comedores están llenos. Los hombres y mujeres de Cáritas diocesana sin fijarse en el color, la raza, la religión de quienes llaman a su puerta, abre a todos los necesitados.
No se pregunta si son de aquí o son de allá. Nunca lo han hecho. Su filosofía es haz bien y no mires a quien. Son personas buenas y altruistas, anónimas y generosas, que dan más de lo que tienen y también su tiempo.
Se sabe por cartas, por las llamadas de la congregación a la que pertenecen y por algunos medios de comunicación, que muchos cristianos están siendo expulsados de los países de algunos de los que aquí está socorriendo la Iglesia. Es un hecho. No es una queja.
Las autoridades políticas que pública y generosamente apoyan la alianza de civilizaciones, no exigen el mismo trato, o el mismo respeto en esos países, para las minorías cristianas. ¡Deberían hacerlo! No por que sean cristianos, que también, sino por ser españoles. No exigen la reciprocidad, que deberían. Pero hay algo mucho peor. Ignoran la situación, no la des conocen. Miran para otro lado y silencian en muchos casos la persecución y la masacre de las minorías cristianas. La misma prensa no es ajena a ese doloroso silencio y a ese drama.
La Caridad de la Vida, no tiene días. Con un indigente, un necesitado, hay que estar siempre. Son muchos, y tienen familia. Son seres humanos. Son hermanos.
Es de todos conocido, por lo menos en España, que el Día del Corpus, es considerado como la fuente de la Caridad cristiana. Según los hombres y mujeres de Cáritas, cuando Jesús dijo tomad y comed, invitaba no solo a darlo todo sino a darse a sí mismos. Lo vienen haciendo, desde siempre. Jesús, el de la Cruz, les enseñó.
Todos hemos visto y oído al Señor Blanco, Ministro de Zapatero, decir, tras los recortes del Gobierno, que la Iglesia debía recortar lo que recibe, por aportación voluntaria del IRPF. ¡Le parece mucho! Pero no se le ocurre, poner una casilla para que los españoles, libremente, decidan una asignación igual para los sindicatos; y otra al lado para quienes lo deseen puedan hacer libremente su asignación a los partidos políticos. No lo harán. Es más fácil criticar que ser justos. Ser generosos con lo ajeno no es que sea fácil, es que puede ser injusto, porque hay que saber a quien se da y porqué.
En esta semana, hasta el domingo, día del Corpus, habrá por toda España muchos actos. En algunos lugares se ha establecido la celebración de los Premios de la Caridad. Se intenta con ellos, destacar la acción humanitaria y benéfica, en la que algunos cristianos han sobresalido de forma especial y anónima. Son un ejemplo.
No estaría nada mal, y sería además un acto de justicia, reconocer lo que la Iglesia, en general, en España en particular, y en nuestra diócesis en concreto, devuelve a la sociedad. Descubrirlo y valorarlo, lo tiene que hacer la sociedad y cada ciudadano. Con las imperfecciones de los humanos, la siembra de valores humanos y religiosos y su entrega decidida a los demás, me temo que su obra no puede pagarse con dinero.
Se sabe por cartas, por las llamadas de la congregación a la que pertenecen y por algunos medios de comunicación, que muchos cristianos están siendo expulsados de los países de algunos de los que aquí está socorriendo la Iglesia. Es un hecho. No es una queja.
Las autoridades políticas que pública y generosamente apoyan la alianza de civilizaciones, no exigen el mismo trato, o el mismo respeto en esos países, para las minorías cristianas. ¡Deberían hacerlo! No por que sean cristianos, que también, sino por ser españoles. No exigen la reciprocidad, que deberían. Pero hay algo mucho peor. Ignoran la situación, no la des conocen. Miran para otro lado y silencian en muchos casos la persecución y la masacre de las minorías cristianas. La misma prensa no es ajena a ese doloroso silencio y a ese drama.
La Caridad de la Vida, no tiene días. Con un indigente, un necesitado, hay que estar siempre. Son muchos, y tienen familia. Son seres humanos. Son hermanos.
Es de todos conocido, por lo menos en España, que el Día del Corpus, es considerado como la fuente de la Caridad cristiana. Según los hombres y mujeres de Cáritas, cuando Jesús dijo tomad y comed, invitaba no solo a darlo todo sino a darse a sí mismos. Lo vienen haciendo, desde siempre. Jesús, el de la Cruz, les enseñó.
Todos hemos visto y oído al Señor Blanco, Ministro de Zapatero, decir, tras los recortes del Gobierno, que la Iglesia debía recortar lo que recibe, por aportación voluntaria del IRPF. ¡Le parece mucho! Pero no se le ocurre, poner una casilla para que los españoles, libremente, decidan una asignación igual para los sindicatos; y otra al lado para quienes lo deseen puedan hacer libremente su asignación a los partidos políticos. No lo harán. Es más fácil criticar que ser justos. Ser generosos con lo ajeno no es que sea fácil, es que puede ser injusto, porque hay que saber a quien se da y porqué.
En esta semana, hasta el domingo, día del Corpus, habrá por toda España muchos actos. En algunos lugares se ha establecido la celebración de los Premios de la Caridad. Se intenta con ellos, destacar la acción humanitaria y benéfica, en la que algunos cristianos han sobresalido de forma especial y anónima. Son un ejemplo.
No estaría nada mal, y sería además un acto de justicia, reconocer lo que la Iglesia, en general, en España en particular, y en nuestra diócesis en concreto, devuelve a la sociedad. Descubrirlo y valorarlo, lo tiene que hacer la sociedad y cada ciudadano. Con las imperfecciones de los humanos, la siembra de valores humanos y religiosos y su entrega decidida a los demás, me temo que su obra no puede pagarse con dinero.