La imputación como ventaja

10/04/2011 - 00:00 Carlos Carnicero

 
Empieza a tomar carta de naturaleza el surrealismo en la política. Once "imputados" forman parte de las listas del Partido Popular en la comunidad valenciana para las próximas elecciones autonómicas y municipales. Y no hay pudor para dar la noticia a los medios de comunicación: el recuerdo de la fotografía de Francisco Camps firmando el compromiso ético contra la corrupción es como un fotograma de una película de Luis Buñuel o de Luis García Berlanga. Ser sospechoso ante la Justicia, estar siendo investigado como paso previo a ser procesado, no es un impedimento para hacer carrera política, sino todo lo contrario.
    Primera reflexión: si el máximo jefe político está imputado y se va a sentar en el banquillo de los acusados, la compañía de otros imputados intentará normalizar esa situación para asentar la tesis de que estar acusado formalmente no importa, porque la presunción de inocencia que acompaña a todo justiciable hasta la condena final se impondrá a las responsabilidades políticas que están disociadas y son de naturaleza distinta que las penales.
   Segunda reflexión: en el magma de corrupción en el que bucea el PP, normalizar la presencia de los presuntos corruptos fortalece la tesis de que esa circunstancia no les invalidad para la pretensión de ser unos magníficos gestores. Tercera reflexión: Mariano Rajoy es un líder sin capacidad de mando. Navega a la deriva de sus compromisos, de su falta de energía o de sus condicionamientos con el mundo de corrupción que le rodea. Podría empezar a pensarse que no es libre porque tiene cadáveres compartidos con los asuntos en los que Francisco Camps y su entorno se manejan como peces en el agua. Si como parece, los imputados resultan elegidos, se pretenderá que esa supuesta absolución popular invalida cualquier condena penal posterior: estamos a punto de construir una sociedad enferma como paradigma de la democracia .