La insolidaridad del alcalde de Yebra
01/10/2010 - 09:45
Cartas al director
JESÚS ORTEGA MOLINA Alcalde de Alocén y ex-visecretario de Organización del PP de Guadalajara
El 25 de julio de 1987 un temporal de agua asolaba los municipios de Almoguera, Tendilla, Albares y Yebra que sufrieron de manera notable las dramáticas consecuencias. Ocho años después, un miércoles 9 de agosto de 1995, a las nueve de la noche, el desconcierto volvió a invadir nuevamente las calles de Yebra y Almoguera.
Una fuerte avalancha de agua que discurrió por el centro de Yebra arrojaba un luctuoso saldo: nueve vidas perdidas y millones de pérdidas. En ambas ocasiones el resto de la provincia mostró su solidaridad con las zonas afectadas, pero la memoria con demasiada frecuencia resulta muy frágil y corta. Hoy Juan Pedro Sánchez Yebra, en una muestra de tremenda insolidaridad, no ve más allá de los intereses del municipio que gobierna, aunque para garantizarlos tenga que cercenar el futuro desarrollo de toda una comarca. Y, aún mucho más, de toda una provincia. Es una particular manera de corresponder a esa solidaridad que otros mostraron con ellos, en aquellos momentos que más lo necesitaban. Pero que importamos ahora los demás, ande yo caliente
El tiempo termina por ponernos a cada uno en el lugar que nos corresponde y el alcalde de Yebra ha quedado perfectamente retratado. Aún por mucho que uno pueda estar legitimado para adoptar dicha decisión, parece mentira que ésta pueda ser tomada con tanta alegría. El Gobierno de Zapatero puede consumar el latrocinio del alcalde de Yebra con su provincia, condenado a una zona, la única al margen del Corredor del Henares que ha logrado desarrollarse por si sola y en función de una ubicación geográfica que viene determinada por la proximidad a Madrid prácticamente en el límite provincial. Ello por si solo debiera de determinar, con carácter excluyente, cualquier decisión al respecto. ¿A qué mente privilegiada se le puede ocurrir ubicar un cementerio nuclear al lado de una ciudad y un entorno que aglutina a más de nueve millones de habitantes? Tanta incongruencia hay en quien lo demanda como en quien se atreviera a adjudicarlo. En cualquier caso no es ésta una batalla nueva. Un 5 de marzo de 1988, sábado por más señas, más de 10.000 guadalajareños venidos de toda la provincia nos manifestábamos por las principales calles de la ciudad, mostrando un rechazo generalizado al cementerio nuclear. No sólo ciudadanos y ecologistas, también los representantes de los distintos partidos políticos fueron de la mano, todos a una, en un consenso tan impensable como inusual. Máxime en los últimos tiempos. El mismo consenso cuya ausencia se deja sentir ahora de manera tan notable. El único consenso que podría hacer reconsiderar al Gobierno cualquier decisión que pudiera poner el ATC en relación con ésta provincia. Una provincia que ha dado tantas muestras de solidaridad con el resto, como insolidaridad ha recibido para con ella. La provincia que suministra el agua a Madrid, agua para regar la huerta murciana y valenciana, el agua para los invernaderos de Almería, agua para regar los campos de golf de Murcia, agua para regar los jardines de los desarrollos urbanísticos del Levante, la provincia que produce energía nuclear e hidroeléctrica para el resto de España, que posee el mayor parque eólico del país. ¿Qué mas solidaridad se nos quiere pedir? Sin embargo la contestación del PSOE provincial y regional no tiene su correspondencia en el ámbito nacional, más bien al contrario. Ahí están, como muestra, las declaraciones del ministro Sebastián desautorizando al mismísimo Barreda. Y tres cuartas de lo mismo pasa con el Partido Popular, que como vulgarmente se dice, lo mismo canta arriba que abajo. La prueba del nueve: Javier Arenas y Esperanza Aguirre contradiciendo, nada más y nada menos que a la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. Desde la provincial y la regional se han llenado la boca amenazando con la apertura de un expediente al alcalde de Yebra y al resto de concejales del Grupo Popular en dicho Ayuntamiento pero, al igual que otros militantes del mismo, tengo serias y fundadas dudas de que dichos expedientes puedan terminar en la expulsión de éstos. Más bien parece un gesto de cara a la galería tibio, al fin y al cabo con el que tratar de salvar la cara delante de electorado y evitar una sangría de votos que pudieran complicar los resultados en una provincia en la que se concretan y por la que pasan las posibilidades de arrebatar al PSOE el Gobierno de la región por primera vez tras su constitución. Otros, sin ir en contra de los intereses del partido, como es el caso que nos ocupa, fuimos expulsados por el único pecado de mantener la coherencia con los principios y postulados que siempre nos inspiraron. Al alcalde de Yebra le cabe el dudoso honor de haber sido su municipio el primero en solicitar el ATC. Por suerte no va a ser el único. La indiferencia y la impasibilidad pueden ser nuestros mayores enemigos. No sólo es menester que los ciudadanos de esta provincia sigamos manteniendo de manera enérgica y contundente el rechazo a que dicha instalación encuentre acomodo en nuestra provincia. Se exige la implicación de aquellos representantes políticos y que utilicen aquellos resortes que tengan en la mano. La declaración de la zona como zona de singular interés por parte del Gobierno regional seguro que evitaría que se consumara una nueva injusticia con una provincia que ha asumido de manera estoica el injusto destino que otros gobernantes de manera aleatoria decidieron para ella en otros momentos de la historia. Ya está tardando Barreda en dar dicho paso. Es el futuro de toda la provincia, el que esta en juego.
El tiempo termina por ponernos a cada uno en el lugar que nos corresponde y el alcalde de Yebra ha quedado perfectamente retratado. Aún por mucho que uno pueda estar legitimado para adoptar dicha decisión, parece mentira que ésta pueda ser tomada con tanta alegría. El Gobierno de Zapatero puede consumar el latrocinio del alcalde de Yebra con su provincia, condenado a una zona, la única al margen del Corredor del Henares que ha logrado desarrollarse por si sola y en función de una ubicación geográfica que viene determinada por la proximidad a Madrid prácticamente en el límite provincial. Ello por si solo debiera de determinar, con carácter excluyente, cualquier decisión al respecto. ¿A qué mente privilegiada se le puede ocurrir ubicar un cementerio nuclear al lado de una ciudad y un entorno que aglutina a más de nueve millones de habitantes? Tanta incongruencia hay en quien lo demanda como en quien se atreviera a adjudicarlo. En cualquier caso no es ésta una batalla nueva. Un 5 de marzo de 1988, sábado por más señas, más de 10.000 guadalajareños venidos de toda la provincia nos manifestábamos por las principales calles de la ciudad, mostrando un rechazo generalizado al cementerio nuclear. No sólo ciudadanos y ecologistas, también los representantes de los distintos partidos políticos fueron de la mano, todos a una, en un consenso tan impensable como inusual. Máxime en los últimos tiempos. El mismo consenso cuya ausencia se deja sentir ahora de manera tan notable. El único consenso que podría hacer reconsiderar al Gobierno cualquier decisión que pudiera poner el ATC en relación con ésta provincia. Una provincia que ha dado tantas muestras de solidaridad con el resto, como insolidaridad ha recibido para con ella. La provincia que suministra el agua a Madrid, agua para regar la huerta murciana y valenciana, el agua para los invernaderos de Almería, agua para regar los campos de golf de Murcia, agua para regar los jardines de los desarrollos urbanísticos del Levante, la provincia que produce energía nuclear e hidroeléctrica para el resto de España, que posee el mayor parque eólico del país. ¿Qué mas solidaridad se nos quiere pedir? Sin embargo la contestación del PSOE provincial y regional no tiene su correspondencia en el ámbito nacional, más bien al contrario. Ahí están, como muestra, las declaraciones del ministro Sebastián desautorizando al mismísimo Barreda. Y tres cuartas de lo mismo pasa con el Partido Popular, que como vulgarmente se dice, lo mismo canta arriba que abajo. La prueba del nueve: Javier Arenas y Esperanza Aguirre contradiciendo, nada más y nada menos que a la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. Desde la provincial y la regional se han llenado la boca amenazando con la apertura de un expediente al alcalde de Yebra y al resto de concejales del Grupo Popular en dicho Ayuntamiento pero, al igual que otros militantes del mismo, tengo serias y fundadas dudas de que dichos expedientes puedan terminar en la expulsión de éstos. Más bien parece un gesto de cara a la galería tibio, al fin y al cabo con el que tratar de salvar la cara delante de electorado y evitar una sangría de votos que pudieran complicar los resultados en una provincia en la que se concretan y por la que pasan las posibilidades de arrebatar al PSOE el Gobierno de la región por primera vez tras su constitución. Otros, sin ir en contra de los intereses del partido, como es el caso que nos ocupa, fuimos expulsados por el único pecado de mantener la coherencia con los principios y postulados que siempre nos inspiraron. Al alcalde de Yebra le cabe el dudoso honor de haber sido su municipio el primero en solicitar el ATC. Por suerte no va a ser el único. La indiferencia y la impasibilidad pueden ser nuestros mayores enemigos. No sólo es menester que los ciudadanos de esta provincia sigamos manteniendo de manera enérgica y contundente el rechazo a que dicha instalación encuentre acomodo en nuestra provincia. Se exige la implicación de aquellos representantes políticos y que utilicen aquellos resortes que tengan en la mano. La declaración de la zona como zona de singular interés por parte del Gobierno regional seguro que evitaría que se consumara una nueva injusticia con una provincia que ha asumido de manera estoica el injusto destino que otros gobernantes de manera aleatoria decidieron para ella en otros momentos de la historia. Ya está tardando Barreda en dar dicho paso. Es el futuro de toda la provincia, el que esta en juego.