La lectura en tiempos de pandemia
Quienes alegan que no tienen tiempo para leer desconocen que la lectura ayuda a sentirse feliz, porque nos introduce en un mundo de placer.
Hace poco publiqué en estas páginas de Nueva Alcarria un artículo titulado “Pensando en positivo”. Quienes lo hayan leído recordarán que en él trataba de encontrar algo bueno, algo positivo en esta horrible pandemia que nos viene amenazando. Así, destacaba que una de las cosas positivas era que se haya purificado el aire que respiramos, al haber disminuido el tráfico rodado en las ciudades. Destacaba también que el agua de muchos ríos y mares se ha hecho más limpia, más transparente, hasta el punto de que han vuelto los peces a lugares en los que casi habían desaparecido por completo, como es el caso de los canales de Venecia.
También decía que esta pandemia había fortalecido nuestra vida espiritual. En muchos de nosotros se ha reavivado el sentimiento religioso. Tantas muertes a nuestro alrededor, tanta desolación e impotencia han hecho que necesitemos a Dios y le pidamos ayuda. El coronavirus ha reavivado nuestra fe en Dios, al igual que nuestra caridad hacia el prójimo necesitado… Es innegable que esta pandemia ha tenido – está teniendo – su lado positivo.
Pero un aspecto que entonces no comenté, sencillamente por razones de espacio, es que esta pandemia ha tenido en muchos casos efectos beneficiosos para la creación de hábitos de lectura. Es de suponer que tantos días y tantas horas de confinamiento obligado habrán hecho que muchos hayan recurrido a un libro o a una revista, aunque solamente fuera para combatir el aburrimiento o para escapar de la televisión y del móvil. Y también es de suponer que en algunos se habrán creado unos hábitos de lectura que quizá perduren el resto de sus vidas… ¿No es esto algo positivo?
Creo que lo es, y mucho, porque la mayoría de los españoles lee muy poco, por no decir que nada. Según datos del Barómetro de Hábitos de Lectura, presentados hace unos meses en la Biblioteca Nacional, el 38,2% de los españoles (¡casi la mitad!) no lee nunca o casi nunca. Algo muy preocupante de cara al futuro de una sociedad europea del siglo XXI. Y más preocupante resulta cuando conocemos la razón que alegan los encuestados: que “no tienen tiempo para leer”. Pero es lo cierto que quienes alegan tal razón no dudan en pasar horas y horas viendo la televisión, enviando o recibiendo mensajes en su móvil, bebiendo y charlando en un bar o en una cafetería, etc….¡No tienen tiempo! Un pretexto que no convence a nadie.
Quienes alegan que no tienen tiempo para leer desconocen que la lectura ayuda a sentirse feliz, porque nos introduce en un mundo de placer con más fuerza que lo pueda hacer una película de cine. La lectura de una novela, por ejemplo, hace que la imaginación del lector vuele libre, a su antojo y sin las limitaciones que impone la pantalla de un cine o de un televisor. Esta sensación de libertad imaginativa representa una gran fuente de placer, lo que no es nada nuevo. En efecto, desde hace muchos siglos se ha venido utilizando el libro como fuente de placer y de saber… Fueron el cine y la televisión quienes poco a poco se encargaron de que esta fuente terminara secándose, al hacer que se perdiera la afición a la lectura.
Por otra parte, quienes alegan que no tienen tiempo para leer no se dan cuenta de que están renunciando no sólo a una fuente de placer, sino a lo que mejor podría nutrir y alimentar su espíritu. Es bien sabido que del mismo modo que nuestro cuerpo se nutre de los alimentos que ingiere, así también nuestra mente se va nutriendo de los conocimientos que adquiere mediante la lectura. Leer nutre y alimenta nuestro espíritu. Y lo que es más, según sea el tipo de lectura que realicemos así se irá estructurando y formando nuestro espíritu. Resulta evidente que no se formará por igual quien lea literatura selecta o libros de alto contenido intelectual que quien acuda a libros de contenido vulgar, grosero o de mal gusto. Aquí vale el dicho “de lo que se come se cría”…
Así pues, leer sí, pero no cualquier cosa. Hay que seleccionar bien lo que vamos a leer, máxime ahora cuando tanto abunda el “libro-basura”.
Por último, si el confinamiento ocasionado por esta pandemia ha logrado que muchas personas hayan creado hábitos de lectura, hemos de reconocer que algo muy positivo ha traído. No todo ha sido malo y negativo, si a partir de ahora empieza a descender ese lamentable 38,2% de españoles que no lee nunca o casi nunca, según ha dado a conocer el Barómetro de Hábitos de Lectura.