La matanza: homenaje a la vecindad

04/12/2010 - 00:00 Redacción

Un año más, Henche brindaba ayer la oportunidad a todo aquel que se acercó por el municipio, de conocer una de las tradiciones más arraigadas en los pueblos de España y en especial en la meseta castellana.

Desde hace más de diez años se celebra esta tradicional matanza, en la que participan todos los vecinos del pueblo. Se pudieron degustar bollos tradicionales acompañados del orujo de la localidad al calor de una lumbre; paladear las tradicionales migas y gachas alcarreñas, así como ver una demostración de artesanía. El origen de la matanza del cerdo se remonta a tiempos muy antiguos, pues algún recetario de la época griega ya habla de cómo condimentar determinada clase de morcillas, siendo la receta similar a las de hoy. Estudiosos del tema aseguran que los Celtas ya salaban la carne del cerdo, y la conservaban secándola al frío o con humo, y se servían de ella durante un gran periodo de tiempo. Otros autores fijan el origen en los antiquísimos pobladores galos, y, como hay gustos para todos, y es una práctica tan extendida esto de las matanzas y conservación de sus carnes, pues hay quien dice que la raíz principal se encuentra en el Imperio Romano, que fue aquí donde comenzó a realizarse el despiece del cerdo para así poder aprovechar cada una de sus partes. Independientemente de su origen, la matanza es una de las tradiciones festivas familiares que todavía se sigue conservando en nuestros pueblos. Y es que los productos cárnicos del cerdo han sido tan importantes para la alimentación de los habitantes del medio rural que casi todas las casas engordaban un ejemplar, como mínimo, para sacrificarlo en los crudos días invernales. Sin embargo, la matanza, no sólo se convertía en el modo más seguro de llenar la despensa sino que servía para reforzar los lazos de amistad y la ayuda mutua entre amigos, familiares y vecinos ya que todos se reunían para hacer de esta tarea, que duraba varios días. Ahora, en un mundo rural despoblado, muchos municipios como Henche recuperan esta tradición como homenaje a la vecindad de entonces, como seña de identidad y como atractivo turístico. .