La moral de la izquierda
20/12/2013 - 23:00
¿Dónde está la moral de la izquierda socialdemócrata y marxista? Para ellos, el capitalismo como sistema económico está esencialmente corrompido y lleva dentro sus gérmenes de muerte y destrucción. En cambio, ellos se presentaban ante el mundo, ante el proletariado, como redentores, como modelos y ejemplos de honradez. Mientras el capitalismo atraca y roba, ellos no delinquen sino sólo se equivocan. En la gestión económica de los bienes y recursos, la burguesía mete la mano, ellos sólo cometen errores. El capitalismo es avaro, insaciable y explotador mientras que el proletariado y la clase obrera es solidaria con los pobres, desprendida y austera. ¿Cuándo terminará la farsa de un socialismo de la moral del amo (burgués) y otra del siervo sumiso, trabajador y explotado? Según ellos, la justicia y la igualdad es patrimonio de la izquierda que la ha traído al mundo y, por tanto, no existía hasta que no llegó el marxismo con la supresión de la propiedad privada que es el origen de toda corrupción. Ya nadie cree en un socialismo moralista. En la mente revolucionaria no hay sitio para los valores sino sólo para la revancha. Hay que rebelarse contra los valores morales, jurídicos y religiosos. Esas tres cosas, la moral, el derecho y la religión son los muros y las murallas que protegen los intereses de la clase dominante. Hay que destruirles para que, atravesadas las ruinas, implantar el materialismo dialéctico como única explicación del mundo y de la historia.
Así termina el engaño y la comedia de este mundo y de esta sociedad de clases, de lo convencional y de las apariencias. Tampoco hay que consentir que en el pueblo nazcan ideales universales y trascendentes. La inmoralidad socialdemócrata es superficial, cutánea, mientras que la corrupción en el capitalismo es profunda, cancerosa y destructiva de la sociedad, según la izquierda. La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio, decía Cicerón. Aquí todos callan sobre la propia corrupción y sólo hablan de la otra, la que atañe a sus enemigos. Ya no hay principios y valores universales sino sólo relaciones del poder histórico y concreto.
Según es el poder así es la moral, el alcance del bien y del mal que implanta cada uno con el poder que tiene y en el territorio que manda. Para establecer lo lícito o ilícito, no se parte de lo que los hombres piensan sino de lo que los hombres mandan. Volvemos al único principio del marxismo y de sus nietos actuales los socialdemócratas del mundo: no es la conciencia la que determina o dirige la vida sino la vida y la realidad del poder quien manda en la conciencia. No hay deberes, sólo un deber, el deber de la revolución y el poder y de las dictadura del proletariado.
Más aún, el deber no le produce la conciencia sino que la conciencia misma es producida por el único deber del trabajo del hombre. ¿Hacia dónde caminamos con este programa de la izquierda? Más aún, los marxistas no tienen moral porque no creen en ella, en su eficacia, en su capacidad de transformar la sociedad. Solo ven en ella una predicación, un enunciado teórico, una ideología o propaganda del capitalismo que utiliza para adormecer y someter al proletariado pero no aporta elementos de justicia, de distribución, de promoción o de igualdad. Es una idea para consumo de la conciencia burguesa que les sirve para justificar y acallar los remordimientos ante la explotación como forma de vida. Esa es la sociedad que nos espera cuando hayan conquistado el poder que persiguen.