La movida de Sol

19/05/2011 - 00:00 Charo Zarzalejos

 
En el kilómetro cero de España, la emblemática Puerta del Sol de Madrid, se está viviendo un acontecimiento insospechado hace apenas cuatro días. Resulta que casi de la noche a la mañana, nuestro país se ha convertido, a juzgar por las portadas de la prensa extranjera y en el extraordinario movimiento existente en la red, en el referente del descontento europeo. Es o quiere ser un remedo de la protesta egipcia -esa comparación hizo Felipe González- con la diferencia, entre otras muchas, que en Egipto tenían claro y bien concretado lo que se pedía y, de momento, los acampados en Sol hablan de modificar la Ley Electoral. La pretensión ha sido reivindicada desde hace mucho tiempo por muchos otros.
 
   La iniciativa que ha ido tomando cuerpo en las últimas horas ha cogido desprevenidos a los partidos políticos que cuando ya se disponían a apurar las últimas jornadas de campaña se encuentran con una circunstancia difícil de valorar correctamente en todos sus extremos pero a la que algunos se han acercado de manera sorprendente y quizás un poco patética. Se trata de acercarse y acariciarles, desde luego Izquierda Unida, pero también muchos responsables socialistas. Desde la exministra Bibiana Aido hasta el expresidente de la Junta de Extremadura Juan Carlos Ybarra. Les comprenden tan bien, se sienten tan cerca de ellos que lo que tienen que hacer es protestar y votar por el PSOE. Desde el PP no ha habido caricias y sí expresiones de un cierto temor. Temor a que detrás de todo ello está la izquierda más extrema, temor a que una vez más la jornada de reflexión se convierta en uan jornada de tensión y temor, en fín, a que al final de los finales acaben abucheando a los populares. Los concentrados afirman que pasan de partidos, que les indigna el bipartidismo, el capitalismo, la bolsa. Quieren trabajo, casa y otro modo de hacer las cosas.
 
    Es seguro que muchas cuestiones que plantean o que reivindican sugieren una enorme simpatía. Son tiempos duros e inciertos. El presente es malo y aunque todos sabemos que de los males se sale, el futuro inmediato no se presenta especialmente luminoso. Sabemos eso y muchas más cosas por ello los concentrados no descubren la pólvora ni inventan el mundo. Por todo ello es más que comprensible el malestar y el enfado no ya de los acampados sino de esos miles de ciudadanos que no acampan sino que trabajan en lo que pueden, de la manera que pueden y por el tiempo que les dejen. Aseguran que entre los que protestan hay mucho de sentimiento, de romanticismo, que todo es absolutamente espontáneo.
 
    A muchos se nos escapa ese inmenso mundo de la red en donde muchas cosas son lo que parecen y otras parecen lo que son. En cualquier caso y como primera medida, resulta imprescindible hacer un buen diagnóstico de lo que está ocurriendo antes de lanzarse a la piscina y tratar de hacer propio algo que con toda probabilidad no les pertenece o mirar los acontecimientos con excesivo candor. Afortunadamente España no es Egipto y nuestra democracia es una democracia de verdad. ¿El sistema?. A todos nos gustaría mejorarlo pero lo cierto es que es el sistema y no otra aventura el ha logrado que en Alemania se tenga más empleo que nunca, que Francia haya crecido, que el estado del bienestar sea un logro irrenunciable. La libertad para acampar es también el sistema.

   

   

   

   

   

   

   
 
  
 
 
 
   
 
   
 
  
 
   
 
 
  
 
  
 
 
 
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