La muerte está en el camino (José Luis Martín Vigil-In Memoriam)

26/02/2021 - 15:22 Javier Vellila Merino/Sigüenza

  Ahora en los tiempos que vivimos ya adentrados casi en el primer tercio del Siglo XXI, nos hemos encontrado con algo que la mayor parte de la sociedad contemporánea no había vivido hasta ahora: La pandemia del COVID-19.

Quiero hacer unas reflexiones centradas un poco y que vienen al caso por la situación tortuosa y triste que estamos atravesando en estos momentos, en una frase de profundo contenido emocional por lo que significan del prolífico escrito, sacerdote y Jesuita ovetense José Luis Martín Vigil(1919-2011) de su novela La muerte está en el camino.

  Cuando llegamos a este mundo, venimos desnudos de todo: Razón, conocimiento, experiencia, madurez etc. Es el paso del tiempo el que va moldeando nuestra vida cotidiana y nuestro más inmediato futuro.

  Vamos encontrando obstáculos y piedras en el camino, que con el paso del tiempo nos van a situar a cada uno en la realidad que nos corresponda. Casi nadie pensamos cuando somos adolescentes o en nuestra juventud que el final más triste está al final de ese sendero, de esa ruta que es la vida de cada uno: La muerte.

  Ahora en los tiempos que vivimos ya adentrados casi en el primer tercio del Siglo XXI, nos hemos encontrado con algo que la mayor parte de la sociedad contemporánea no había vivido hasta ahora: La pandemia del COVID-19. Al principio cuando empezaron a aparecer los primeros casos de esta pandemia, todos pensamos que esto sería algo pasajero, vamos una broma grotesca, un mal sueño y que con los avances alcanzados por nuestra moderna sociedad, iba a ser un pequeño susto para olvidar y no darle más importancia y que todo seguiría por los mismos derroteros, pero en poco tiempo nos dimos cuenta que ésta pandemia era un gigante mayor que el que derribó David ante Goliat.

  Nos entró poco a poco el pánico en el cuerpo, nos aislamos socialmente por orden de la autoridad competente, se cortaron muchas de las libertades que habíamos conseguido con tanto esfuerzo, después de la lucha fraticida en el confrontamiento civil (1936-1939). Empezaron a cambiar muchos de los hábitos de nuestras vidas, apareció el Teletrabajo y lo más doloroso de todo, se perdieron miles de vidas que ya no podrán continuar en el camino de la vida.

  Haciendo un sinfín de esfuerzos y estudios, apartando todo el conocimiento y sabiduría de la que dispone la ciencia actual, apareció un rayo de luz y esperanza: “La vacuna salvadora” que borrase de nuestras vidas esta pesadilla incruenta e inhumana.

  Ahora ya han aparecido cuatro o cinco vacunas de diversos países, unas con ensayos y estudios más avanzados que otras, pero parece que el optimismo inicial de vacunar a un alto porcentaje de la población antes del verano (70%) por lo menos en España, empieza a desvanecerse y marchitarse como las margaritas. Las dosis que se fabrican se quedan cortas, aparecen nuevas cepas del virus, más potentes y contagiosas (Británica, Brasileña y Sudafricana…), las multinacionales que habían firmado sus contratos de entrega de vacunas con varios países, se venden al mejor postor, no hay personal cualificado suficiente ni espacios amplios para acelerar el ritmo de la vacunación y la escala establecida al principio para los que se iba a dar preferencia con la vacuna se derrumba poco a poco, porque se cuelan por medio los que más medios económicos tienen para ser los primeros en esa escala en ser vacunados.

Mientras tanto la economía se va quebrando poco a poco y ya aumentan por miles las familias que hacen cola para pedir alimentos en Cáritas y en otras instituciones benéficas porque han perdido todo, menos la dignidad de ser personas como los demás.  

A pesar de todos los siglos de existencia que tiene la sociedad humana, parece que no aprendemos de acontecimientos del pasado que nos ha enseñado la historia, ni de nuestros propios errores y siempre tropezamos en la misma piedra.

  Reflexionemos un poco todos: Lo más importante que tenemos es “La Vida con MAYÚSCULAS” que nos ha tocado vivir a cada uno de nosotros, independientemente de las distintas circunstancias personales. No desaprovechemos el momento, arrimemos todos el hombro, seamos más humildes y no tan orgullosos, pongamos nuestro granito de arena por pequeño que sea, para que entre todos podamos tener un mundo mejor del que sentirnos medianamente optimistas y no olvidemos jamás, que siempre al final de todo, “La muerte está en el camino” en cualquier momento y cualquier instante o situación por muy doloroso que sea. ¡ Viva la vida!.estado de alarma se cerraron las iglesias.