La necesidad de un plan hidrológico

21/01/2012 - 00:00 Redacción


  La Comisión Central de Explotación del Acueducto Tajo-Segura, aprobaba ayer en reunión ordinaria, para el semestre de enero a junio de 2012, la disponibilidad en cabecera del Tajo de hasta un máximo de 228 hectómetros cúbicos. No es nada nuevo para nuestra provincia la noticia aunque sí lo es que un nuevo trasvase se apruebe bajo el nuevo Gobierno de Marino Rajoy. La polémica está servida, más aún, si cabe si tenemos en cuenta que estos meses han sido unos de los más secos de los últimos tiempos lo que ha llevado a que la cuenca del Tajo sea, de entre las grandes, la única en la que la media de capacidad está por debajo de la registrada en los últimos diez años, algo que contrasta con la media de la cuenca del Segura que supera, con mucho, esa medida de capacidad. Pero más allá de la situación puntual, este primer trasvase vuelve a poner sobre la mesa la eterna polémica sobre la necesidad de una política hidrológica que vaya más allá de los intereses partidistas y que evite el continuo enfrentamiento entre comunidades por un bien tan necesario como es el agua. El verdadero problema de este asunto se centra en la regla de explotación que regula la cantidad que se tiene que trasvasar, documento que está hecho, según los más críticos “desde la zona del Levante para favorecer sus intereses, que ha llevado una y otra vez a vaciar los embalses de la cabecera del Tajo”. Por eso, es urgente modificar esta regla dentro del nuevo plan de Cuenca, algo que debería considerarse como tema prioritario del Ejecutivo de María Dolores de Cospedal. Sólo con su revisión se garantizarían las reservas adecuadas en los embalses para satisfacer las demandas. De ahí, la necesidad de que este asunto se aborde desde la óptica nacional con responsabilidad y sin favoritismos. Ahora le toca al PP, desde el Gobierno nacional, hacer frente a este problema aunque según está la situación económica de nuestro país, a pesar de lo necesario de un Plan Hidrológico Nacional, hay que reconocer que existen otros asuntos más prioritarios en los que emplearse.