La noble casta
01/10/2010 - 09:45
El comentario
Rafael Martínez-Simancas Periodista
Si un diputado de las Cortes de la época de Isabel II regresara al entonces recién inaugurado edificio de la Carrera de San Jerónimo, (hablamos de 1850), se encontraría el escaño algo cambiado debido a la aplicación de las nuevas tecnologías, pero en lo que se refiere a usos de prebendas y disfrute de periodos vacacionales... exactamente igual.
Puede que a sus señorías les hayan puesto Internet en el pupitre pero a efectos de mamandurrias oficiales siguen en el siglo XIX. La prueba es que han regresado al Congreso cuarenta y ocho días después de decir: Adiós que me voy con los niños a comer el turrón. Ha tenido que pasar un tiempo oportuno para que volvieran a reunirse en el pleno.
Conclusión, la crisis no debe ser tan grave cuando los diputados tardan casi cincuenta días en verse las caras. En menos tiempo, en cuarenta, Jesús se adentró en el desierto para encontrar la respuesta a muchas de sus preguntas. Sin embargo a nuestros representantes parece que no les basta con ese periodo de ayuno. La situación se vuelve más sangrante cuando se hace análisis de todo lo que ha pasado durante el mes de enero, y parte de febrero. Sus señorías han estado ausentes mientras nos daban caña en los mercados internacionales, han dejado pasar un mes completo y unos días de la presidencia española de la UE, y se han mantenido al margen del pensionazo, sin renunciar al privilegio de cobrar la pensión completa cotizando menos días que el resto de los trabajadores españoles. La idea es sencilla: tampoco será tan importante lo que nos pasa cuando el Congreso continúa con su habitual pereza reglamentaria. Sólo falta que Bono salga con un megáfono a la calle diciendo: Estén ustedes tranquilos, no hay motivos para la alarma, pueden regresar a sus domicilios. Lo cual no quiere decir que los políticos no trabajen (sería demagógico el planteamiento), pero sí es verdad que tendrán que ir al médico para que se lo haga ver puesto que con esclerosis tan galopante podrían pedir una baja durante otros cuarenta y ocho días más.
Luego se asombran cuando en las encuestas del CIS los españoles tienen a los políticos como uno de los problemas presentes de la realidad nacional. Y eso que están conectados con el futuro a través de redes sociales, de teléfonos móviles y de pantallas planas en las que se pueden hacer videoconferencias. Es más, hasta la marmota Phil despertó de su letargo antes de que madrugaran los diputados. De ahí que les vean como una noble casta no basada en la sangre sino en el puesto que desempeñan en el Congreso. Igual tendrían que actualizar su mecanismo de trabajo para no quedar como restos del XIX incrustados en la sociedad del siglo XXI. A efectos procesales siguen instalados en los tiempos previos al Concilio Vaticano II cuando los curas oficiaban en latín y de espaldas al pueblo.
Conclusión, la crisis no debe ser tan grave cuando los diputados tardan casi cincuenta días en verse las caras. En menos tiempo, en cuarenta, Jesús se adentró en el desierto para encontrar la respuesta a muchas de sus preguntas. Sin embargo a nuestros representantes parece que no les basta con ese periodo de ayuno. La situación se vuelve más sangrante cuando se hace análisis de todo lo que ha pasado durante el mes de enero, y parte de febrero. Sus señorías han estado ausentes mientras nos daban caña en los mercados internacionales, han dejado pasar un mes completo y unos días de la presidencia española de la UE, y se han mantenido al margen del pensionazo, sin renunciar al privilegio de cobrar la pensión completa cotizando menos días que el resto de los trabajadores españoles. La idea es sencilla: tampoco será tan importante lo que nos pasa cuando el Congreso continúa con su habitual pereza reglamentaria. Sólo falta que Bono salga con un megáfono a la calle diciendo: Estén ustedes tranquilos, no hay motivos para la alarma, pueden regresar a sus domicilios. Lo cual no quiere decir que los políticos no trabajen (sería demagógico el planteamiento), pero sí es verdad que tendrán que ir al médico para que se lo haga ver puesto que con esclerosis tan galopante podrían pedir una baja durante otros cuarenta y ocho días más.
Luego se asombran cuando en las encuestas del CIS los españoles tienen a los políticos como uno de los problemas presentes de la realidad nacional. Y eso que están conectados con el futuro a través de redes sociales, de teléfonos móviles y de pantallas planas en las que se pueden hacer videoconferencias. Es más, hasta la marmota Phil despertó de su letargo antes de que madrugaran los diputados. De ahí que les vean como una noble casta no basada en la sangre sino en el puesto que desempeñan en el Congreso. Igual tendrían que actualizar su mecanismo de trabajo para no quedar como restos del XIX incrustados en la sociedad del siglo XXI. A efectos procesales siguen instalados en los tiempos previos al Concilio Vaticano II cuando los curas oficiaban en latín y de espaldas al pueblo.