La ONU, una hipocresía tal vez necesaria
21/03/2011 - 00:00
No creo que ninguna mente sensata defienda sin más ni un "no a la guerra" unívoco, ni, por supuesto, un "sí a la guerra" sin condiciones. La guerra, cualquier guerra, es siempre repugnante, cruel y, desde luego dolorosa. El problema de la legitimidad o no de un conflicto armado resulta tan absolutamente complicado que el debate durará años y años. Tal y como están las cosas hay que admitir que es la ONU la que, formalmente, legitima o no una intervención militar pese a su absurdo y escasamente democrático funcionamiento. Pero una vez admitido esto, está la realidad.
Y la realidad, en Derecho Internacional, ha cambiado mucho en las últimas décadas: frente al concepto hasta entonces sagrado de no interferencia en la soberanía de otros países, se pasó a una visión más global -y real- de la necesidad de defender los derechos humanos allá donde fueran claramente conculcados.
Eso pasó en los Balcanes (sin permiso de la ONU, por cierto, auque nadie entonces dijera nada) y en la primera guerra de Irak cuando el genocida Sadam decidió invadir Kuwait. En la segunda guerra, la famosa de la foto de las Azores, Sadam seguía siendo el mismo genocida pero esta vez la ONU no es que no se pronunciase -como bien recuerda Inocencio Arias- sino que tardó en bendecir la intervención porque a los pocos "votó -la ONU- masivamente la legalidad de la presencia de las tropas. Y eso es lo que aquí los corifeos del partido y del Gobierno trataron de ocultar o tergiversar".
¿Limitamos pues el dilema moral a lo que diga o deje de decir una organización tan contaminada como la ONU? Pues la respuesta primera es que sí, porque alguien debe marcar pautas para evitar más que probables excesos. Pero entonces hablamos de legalidad y no de legitimidad. Lo de Milosevic clamaba al cielo y se cortó por la sano al margen de la ONU.
Lo de Sadam, gaseando pueblos enteros de kurdos, no pareció importar demasiado hasta que no puso en peligro el petróleo de Kuwait. Pero también habría que hablar claramente de otros muchos gobiernos sobre los que la ONU no se pronuncia por exceso o por defecto: países perdidos en la vieja África con niños que o mueren de hambre o mueren de guerra y que a nadie importan y países como China que, importan -y exportan- tanto, que casi mejor ni recordar muchos aspectos absolutamente intolerables de su gobierno.
Por eso, invocar a la ONU como garante de todos los derechos, me parece una hipocresía tal vez necesaria, pero, sin duda, un enorme y sarcástica hipocresía, triste ejemplo de un mundo ha entrado en el Siglo XXI sin saber muy bien cómo acomodar lo que predica y lo que después practica.