La otra convención
31/01/2011 - 00:00
Nada que ver la convención nacional del PP de hace diez días en Sevilla con la convención autonómica del PSOE del pasado fin de semana en Zaragoza. Al menos en su reflejo mediático, que presentó aquélla al paso de vencedores y ésta al de un resignado perdedor que se prepara para una larga travesía del desierto. Odiosas comparaciones, sobre todo para los que salen perdiendo en la comparación. O sea, los socialistas.
Sin embargo, Zapatero y su estado mayor han construido un relato en absoluto complaciente con esa foto fija de la actualidad política. Todo lo contrario. Hace unos días el propio Zapatero decía en la tele que "aún queda margen para la remontada". Y el número dos del PSOE, José Blanco, no deja de proponerle este subidón a los suyos: "El PP hizo un festín para celebrar el triunfo en las encuestas y el PSOE lo hará en su día para celebrar el triunfo en las urnas".
En todo caso, no es de mejor condición cantar victoria por anticipado, en base a los sondeos, como hace el PP, que contemplar una tercera victoria consecutiva en las urnas de las elecciones generales, que es el antecedente contante y sonante que no desautoriza el discurso oficial desplegado por los principales dirigentes socialistas en la convención de Zaragoza.
Lo malo de ese discurso es el agujero de la sucesión. O, por mejor decir, el vacío que viene lastrando el relato optimista de sus dirigentes. A pesar de las reiteradas peticiones del presidente del Gobierno para centrarse sólo en lo que interesa a España y no al PSOE, el asunto se comió la agenda de la convención, convocada teóricamente al objeto de elaborar la parte común del programa de las elecciones autonómicas del 22 de mayo.
Zapatero ha llegado a la conclusión de que anunciar ahora su intención de no repetir candidatura en 2010 sería muy desestabilizador en clave interna y además, según él, distraería de la tarea principal, que es la operación reformista puesta en marcha desde Moncloa. Pero, por lo visto en Zaragoza, va a resultar tan desestabilizador, o más, seguir manteniendo la incógnita de si Zapatero volverá o no volverá a encabezar la candidatura socialista en unas elecciones generales.
En pasillos no se habló de otra cosa. El manifiesto de la Convención, en defensa del federalismo y la bilateralidad, se perdió en las referencias informativas a los discursos del número dos del PSOE, José Blanco y del número tres, Marcelino Iglesias, aunque más explícito éste que aquel, porque aquél tiene claves que desconoce éste. La idea fija de ambos fue la misma: Zapatero es el mejor candidato del PSOE para volver a ganar en las urnas. "No conozco a un socialista mejor", dijo Blanco con tanto entusiasmo que sonó a homenaje de despedida.