La portavoz se la juega

26/10/2010 - 00:00 Fernando Jáuregui

Confieso no creer mucho en la eficacia de las sesiones de control parlamentario, como la que tendrá lugar hoy. Demasiado rígidas en los temas y en los tiempos, no permiten un debate sustancial. Los encontronazos entre Zapatero y Mariano Rajoy rara vez han producido más noticia que la del puro ruido; no por culpa de ellos (o no solamente), sino por la estructura del 'espectáculo'. Luego venían, casi invariablemente, los rifirrafes entre María Teresa Fernández de la Vega y la portavoz del grupo parlamentario Popular, Soraya Sáenz de Santamaría: siempre eran más de lo mismo, una Sáenz agresiva y una Fernández de la Vega que se defendía, sin excepción, atacando al PP por su escasa colaboración en los temas de Estado. Y así, cada mañana de miércoles. Me aburría. Este miércoles, no obstante, el interés se renueva. No tanto por lo que Rajoy pueda preguntarle (interpelarle) al presidente cuanto por lo que la portavoz 'popular' pueda batallar con la estrella ascendente de la política y sustituto de Fernández de la Vega, Alfredo Pérez Rubalcaba, que se ha convertido -lógico-- en el blanco de todos los tiros de la oposición. Me dicen que APR está haciendo examen de conciencia, porque alguien le ha advertido sobre los peligros de reeditar la crispación: no está el horno para seguir horneando bollos relacionados con los excesos verbales y las sandeces de un alcalde, sino que exige pastelería más fina, sofisticada y elegante que agarrarse a las bobadas y pasadas machistas de un munícipe para hablar de la "genética" del PP o del "plumero" de alguien. Han pasado, están pasando, demasiadas cosas en España, en Europa, en el mundo, como para andarse con ingeniosidades de sal gorda, con juegos florales, espinas incluidas. Así que es de esperar una nueva etapa, también en esto de las sesiones de control parlamentario, más ágil y productiva. Insistir en el 'y tú más', sacar a pasear las hemerotecas, hacer de la anécdota el centro de la vida política, buscar la crispación, sólo haría que se confirme ese mal síntoma que, mes a mes, nos arrojan las encuestas: que la clase política es percibida como el tercer problema de este país nuestro. Estaremos, hoy, atentos a la pantalla .