La risa

08/02/2020 - 11:17 Marta Velasco

El humor y la risa decoran nuestra vida y dan luz al invierno. “Niégame el pan, el aire, la luz, la primavera, pero tu risa nunca porque me moriría’, verso de Neruda.

Febrero es un mes corto pero importante: mis dos nietos, de los que estoy tan orgullosa, nacieron en febrero.  Aun así, y quitando esos dos años en que fui abuela feliz, siempre deseo que termine el invierno y llegue la primavera, que despunten los narcisos y las violetas llenen de perfume mi terraza. 

En tardes frías me quedo en casa escribiendo y leyendo, y suelo elegir lecturas evocadoras o divertidas. Para alegrar el ánimo hoy he buscado un libro de Clarice Lispector y he vuelto a leer un cuento corto que se llama Una Gallina. Recomiendo mucho a Lispector, es magnífica, a veces divertida, a ratos hermosamente triste, pero este cuento de la gallina de domingo, de apenas tres páginas, me deja extasiada. También es verdad que yo he tenido en Sigüenza mucho trato con gallinas. Mi abuela tenía una granja, como la de la Baronesa Blixen, pero en El Bosque.  Yo iba a coger los huevos al gallinero, las espiaba y ellas me estudiaban con curiosidad, con gazmoñería. Este cuento me llena de envidia por su perfección ¿cómo con una mirada se puede llegar al mínimo cerebro que una gallina esconde bajo la cresta, conocer sus temores y describir esas miradas dubitativas de sí, pero no? ¿Cómo se puede descifrar su ambigüedad, su torpe cacareo con tanta maestría? Las gallinas del Bosque eran blancas, con señorío. Guapas, pero bastante tontas, se dejaban coger fácilmente y se hipnotizaban poniéndoles el pico en el suelo. Nada de maltrato animal, ni estrés, ni cosas estas de ahora, solo un bonito recuerdo del campo seguntino.

Bertrand Russell era partidario de buscar la felicidad a través de los pequeños conocimientos inútiles, triviales e incluso frívolos, que sacian la curiosidad y dan distancia frente al dolor. Cuenta que, sintiéndose melancólico, consultó la Anatomía de la melancolía de Burton, y así supo que Galeno afirmaba que existía una “sustancia melancólica” y, al contrario de la creencia científica de entonces, estaba producida solo por tres humores, dejando fuera la intervención de la flema o pituita. Este conocimiento, dice Russell, le tranquilizo y ahuyentó su melancolía gracias a la ciencia.

El humor y la risa, decoran nuestra vida y dan luz al invierno… “Niégame el pan, el aire, la luz, la primavera, pero tu risa nunca porque me moriría”. El verso es de Neruda, la música y las voces son de Olga Manzano y Manuel Picón, el lugar La Toldería, bajo el Acueducto de Madrid. Inaugurando los ochenta, el principio de la democracia y de la libertad que aprendíamos a disfrutar. Éramos tan felices…

Hoy en España tenemos muchos problemas. Pero dejemos la política en manos de esos cientos, o miles, de expertos que han sido nombrados por el último gobierno para hacer cumplir las leyes y para cuidar de los ciudadanos. Que trabajen ellos, que para eso les pagamos tanto. Y nosotros, ocupémonos del mar, como canta Alberto Pérez, y de ser felices con salud, música, cine, libros, humor, mucha risa y un poco de pasta gansa.