La ruptura
03/06/2011 - 00:00
La ruptura de un diálogo entre representantes de los empresarios y de los trabajadores en busca de marcos de actuación pactados no es buena noticia para nadie. Pero no todos los actores salen igual de perjudicados o igual de beneficiados. Dicho sea en relación con las conversaciones bruscamente interrumpidas entre la CEOE y las centrales sindicales en busca de un marco legal consensuado en materia de negociación colectiva.
En una pugna de intereses, como es el caso, siempre se resentirá la parte débil, como es lógico. La parte débil es la de los trabajadores, cuyos intereses están representados en los sindicatos.
No digo yo que no vayan a quedar atropellados esos intereses en el decreto que ahora, roto el diálogo con los representantes de los empresarios, el Gobierno tendrá que llevar al BOE. Pero más protegidos hubieran quedado con una defensa sindical de los mismos en una normativa pactada con patronal y asumida tal cual por el Gobierno.
En ningún caso la ruptura puede perjudicar los intereses empresariales. Especialmente los de las grandes empresas, las que al parecer han influido más en la quiebra del diálogo sobre este fleco pendiente de la ya aprobada reforma laboral (regulación de los convenios colectivos). Siempre estarán mejor defendidos en un escenario político nacional de signo conservador, según el inequívoco presagio de las urnas municipales y autonómicas del domingo 22 de mayo.
A la espera de que ese escenario se haga realidad en las elecciones generales de marzo del año que viene (si no se convocan antes, algo muy improbable), la CEOE se acomodará sin ningún problema al decretazo gubernamental, que estará en irremediable sintonía con las reformas exigidas por la UE y los mercados internacionales. A ellas se ha comprometido este Gobierno y por ellas ha quedado el PSOE al borde de la bancarrota electoral.
Esas reformas, que Zapatero se ha empeñado en llevar adelante "cueste lo que me cueste" vienen marcadas por los recortes de gasto público y el saneamiento de los mercados del capital y del trabajo, como condiciones de una eventual recuperación de la economía nacional.
Y se mire por donde se mire, siempre estarán más próximas a las posiciones de la patronal que a las de los sindicatos.
También para el Gobierno y los gobernados en general es mala noticia la ruptura del diálogo sobre la contratación colectiva porque puede generar inestabilidad social. En todo caso el coste lo pagaría el Gobierno de Zapatero. Y eso es lo que nos pone en la pista de los componentes políticos que planean sobre esta historia. ¿Cómo explicar, si no, el inesperado endurecimiento de las posturas de la CEOE apenas unas horas después de las elecciones del 22-M, cuando setenta y dos horas antes estaba prácticamente hecho el acuerdo?
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francisco.muro@planalfa.es
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