La silla vacía

13/12/2010 - 00:00 Antonio Casado

 
Por los papeles secretos de Washington sabemos que EEUU obligó al repliegue empresarial de España en Iran, mediante una discreta ofensiva de su embajada en Madrid sobre miembros del Gobierno y altos directivos de multinacionales españolas. En nombre de la paz y los principios del mundo civilizado, al parecer amenazados por el peligro de un Irán provisto de armamento nuclear. La noticia coincide en el tiempo con la ausencia forzada de Liu Xiaobo, el disidente chino, en la entrega del Premio Nóbel de la Paz. Y nos viene a recordar, mirando a Pekín, la recurrente practica norteamericana del viejo refrán castellano: haz lo que yo te digo pero no hagas lo que yo hago. ¿Mirando a Pekín, he dicho? No, más bien mirando a Oslo, donde una silla vacía enseña que en la segunda potencia económica, militar y tecnológica del mundo, que ya es China, no se respetan los derechos humanos. Y que en la primera potencia económica, militar y tecnológica del mundo, que es EEUU y pasa por ser la meca de la Democracia, los derechos humanos se subordinan a los intereses económicos y comerciales. Si se tratase de intereses económicos y comerciales de países terceros, España, por ejemplo, en países sometidos a regímenes autoritarios, dictatoriales o peligrosos para la paz del mundo, como Venezuela o Irán, pongamos, entonces cambia el cuento. Eso es lo que, entre otras cosas, sabemos de la diplomacia estadounidense desnudada por Wikileaks. La silla vacía de Liu Xiaobo en Oslo nos pone frente a una escandalosa contradicción. La que existe entre la cruda realidad de la cruel dictadura china, en forma de trasnochado régimen comunista, y el silencio oficial de los países democráticos que le dedican una mirada distraída, cuando no ejercen de compañeros de viaje. No por razones ideológicas, claro, pero sí económicas y comerciales. Wikileaks pone en evidencia la hipocresía de la diplomacia norteamericana. En China también explotará antes o después su particular burbuja, sin esperar a que la pinche EEUU en nombre de los principios, como ha hecho en Irán. Me refiero a la falta de libertades en una economía interdependiente en medio de un coro de países civilizados que sí se toman en serio eso de los derechos humanos pero pierden competitividad frente a quien se los pasa por el arco del triunfo. El apagón decretado para ocultar a 1.300 millones de personas el paseo triunfal de Liu Xiaobo por el mundo civilizado es una señal de que la anomalía china reventará. Es imposible tapar esos agujeros en un país cuya emergencia se basa en el comercio exterior. El intercambio de mercancías genera intercambio de paradigmas. Y si hay un paradigma dominante en el coro de países que compran productos chinos es el de los derechos humanos. El contagio será inevitable .