La sociedad civil llama a su puerta, señor Rajoy
29/11/2011 - 00:00
Algunos amigos y otros que no lo son tanto me preguntan estos días qué
me incita a presentarme a unas elecciones profesionales que, en un
improbable caso de victoria, nada me darán sino dolores de cabeza y
disgustos con mis colegas. "Es que creo en la sociedad civil", suelo
responder para justificar el poco rentable paso. Desde hace muchos
años pienso que esta España nuestra no puede seguir siendo -y lo es_el
país invertebrado que diagnosticara Ortega. Para ello, no queda otro
remedio que articularse, y pienso que la llegada de una nueva era, de
esta segunda transición que comenzó el 20 de noviembre, puede ser una
buena oportunidad para ello.
Aseguran quienes hablan en nombre del próximo presidente del Gobierno
que uno de los objetivos inmediatos de este es convocar un pacto
social; llamar a patronal y sindicatos e incitarlos a un nuevo
esfuerzo en pro de una reforma laboral que vaya más allá de la que el
Ejecutivo socialista trató de poner en marcha con tan malos
resultados.
Quienes me conocen saben bien de mi entusiasmo ante todo cuanto suene
a pacto, a acuerdo, a concordia: solo así saldremos de la crisis, y
algunas voces ya pedíamos, cuando la victoria de Zapatero en 2008,
incluso llegar entonces a un Gobierno de gran coalición, que abordase
las reformas estructurales tan importantes que el país necesitaba y
actualmente necesita aún más.
Sigo pensando que otro gallo nos hubiera
cantado de haberse puesto en marcha esta medida patriótica, en lugar
de instalar un clima de confrontación permanente, aferrada cada parte
a sus ideas... hasta que vino Europa con la rebaja.
Creo que el pacto social no debe limitarse a un mero acuerdo entre
sindicatos y patronal, con el Gobierno de Mariano Rajoy dando
palmaditas en las espaldas de ambas partes.
Dudo mucho de que la
sociedad española, a estas alturas, se sienta plenamente representada
por unos o por otros. Y ahora, el poder que acumula Rajoy tras dos
elecciones victoriosas le permite ampliar los acuerdos, puntualmente,
al cuerpo social. La ciudadanía necesita crecientemente sentirse
partícipe de las decisiones de sus gobernantes, quiere ser consultada,
porque ya no valen democracias asentadas en el mero principio de que
basta con votar cada cuatro años.
De ahí la importancia de la sociedad civil. Es cierto que la España de
'puente festivo y pandereta' olvida a veces su obligación de
articularse, que es la forma de exigir sus derechos y cumplir con sus
deberes. Adolfo Suárez me decía, con amargura, que es muy fácil y muy
difícil gobernar a los españoles; fácil, porque los niveles de
exigencia de la ciudadanía suelen ser escasos. Difícil, porque la
propia invertebración de la masa social propicia ocasionales
estallidos de cólera impredecibles.
Pienso que Rajoy pasará a la Historia con letras de oro si es capaz de
cambiar esta dinámica que consiste en que el gobernante gobierna y el
ciudadano, casi estoy por decir el súbdito, obedece calladamente. ¿Por
qué no pueden las organizaciones sociales, bastante débiles aún en
nuestro país, es cierto, ser al menos consultadas a la hora de
elaborar determinados proyectos de ley que les afecten? No concibo,
por ejemplo, que el Gobierno alumbre un proyecto de ley de
transparencia sin pedir la opinión de los más directamente
concernidos, y es esa una de las reivindicaciones concretas que me
impulsaron a concurrir a estas elecciones corporativas. Porque hemos
entrado en una era en la que la democracia será dialogada y pactada
con la sociedad o no será..
Renuncié a mi infancia, pasé una juventud sacrificada en aras de lograr el restablecimiento de la Corona, soporté bastantes humillaciones sin saber si tantos sacrificios darían resultado y, aunque en aras de la verdad, también puedo decir que en la madurez me ha proporcionado bastantes satisfacciones, me parece peligroso que el comportamiento de una sola persona ponga en peligro la Institución.
En un momento en que cerca de cinco millones de españoles están atravesando por la terrible circunstancia de encontrarse sin trabajo, en un año en que los sueldos de los funcionarios, incluidos los de los médicos que nos cuidan la salud y los policías que vigilan nuestra libertad, han sufrido una disminución, y en una Navidad en que miles de españoles tienen turrón en la mesa gracias a las bolsas de Cáritas, me consta que resulta especialmente insultante que un yerno mío haya llevado a cabo negocios con empresas privadas e instituciones públicas, al amparo de su parentesco".
Los expertos en comunicación de la Casa Real, que se la cogen con papel de fumar a la hora de invitar a escritores y periodistas, merced a un Gotha interno en el que solo merecen mimos reales los pelotas y aduladores de reglamento, sabrán darle forma, a no ser que el exceso de prudencia, unido a la falta de coraje, convierta el silencio en un silencio cómplice
.