La solución, en Europa

18/12/2011 - 00:00 José Luis Gómez


  La situación de España, a la vista de sus datos socioeconómicos (paro, déficit, endeudamiento...) y de lo que dicen los ciudadanos en las encuestas, tiene tintes de desesperanza, que en algunos casos se vuelven dramáticos. Un 96% constata que la situación económica es mala, un 94% cree que falta aún mucho para salir de la crisis y un 74% teme que todavía no se tocó fondo, según revela una encuesta de 'El País', que interpreta que este último dato explica el desasosiego.

  A punto de debutar como presidente, Mariano Rajoy no solo tiene un amplio apoyo electoral, sino que sabe por esta encuesta que la mitad de los españoles están dispuestos a realizar más sacrificios y que apoyan mayores poderes para Bruselas, una señal clara de que mucha gente asume que la solución a los problemas está en España pero también en la UE. Todo tiene su explicación. España tuvo su etapa imperial pero no por ello consiguió el bienestar que hoy se conoce. Hubo etapas de mayor acumulación de riqueza pero nunca un reparto de la misma como el que ahora se disfruta.

  Pueden buscarse muchas explicaciones y seguramente no habrá un solo factor que lo justifique. Pero si en algo es posible coincidir es en que los mejores años de la historia de España se han vivido estando en Europa, es decir, compartiendo unas mínimas reglas con otros países del entorno natural de España. No sólo se trata de que hayan llegado millones y millones en forma de fondos estructurales y de cohesión, sino de que el país se modernizó al tener que competir. En una España aislada como la de Franco, la generación de la Transición buscó en Europa los símbolos de la libertad y la democracia, y se terminó encontrando no sólo eso, sino también el bienestar. El liderazgo de Felipe González fue, en ese sentido, decisivo, hasta el punto de que a medida que pasa el tiempo puede valorarse mejor la dimensión de su obra política, por mucho que al final se viese empañada por una más que lamentable corrupción y prácticas ilegales en la lucha antiterrorista.

  Esa Europa en la que España logró engancharse a la modernidad y el bienestar está ahora en fase de cambio, centrada en unirse para salir de la crisis. No existe la ilusión de otros momentos, ni en España ni en Europa, pero nadie tiene una alternativa mejor. Ni siquiera los llamados 'euroescépticos' se atreven a cuestionar las políticas comunes. Pero no parece que la ciudadanía se contente con eso. La salvación del euro, la libre circulación o proyectos como Erasmus podrían ir dando paso a otras iniciativas que sigan acercando a la gente -y sobre todo a los jóvenes- al proyecto europeo. Europa necesita liderazgo en el mundo y a España se le exige competir mejor. Es lo que toca.