La tercera fase
Con las piezas de puzzle cuadradas, Rodríguez Zapatero culminó ayer su estrategia de cambios para afrontar la que ha denominado tercera fase de la legislatura. Con los Presupuestos libres de toda amenaza y con el apoyo de PNV y Coalición canaria para agotar la legislatura, sólo le faltaba cambiar el equipo en todos los frentes. En Moncloa y en Ferraz. Con las piezas ordenadas, el Presidente del Gobierno compareció ayer ante el Comité Federal de su partido con un gesto bien distinto al que tenía el pasado mes de mayo, cuando en el Congreso se vio obligado a anunciar unas medidas que nunca creyó fuera a tomar. Ha decidido Zapatero que lo pasado, pasado está, y que ahora lo que toca es ganar las próximas elecciones.
No dijo nada especial, pero si resultó llamativo por excesivo ese agradecimiento infinito que parece tener a Paulino Rivero y a Iñigo Urkullu. Son partidos responsables y que saben estar a la altura de las circunstancias; son partidos, según el argumentario de Zapatero, dignos de admiración. ¡Cuánto exceso¡ Se entendería tanto agradecimiento si Rivero y Urkullu se hubieran inmolado en el sano empeño de dar estabilidad política a España. Ni se han inmolado, ni hay nada especial que agradecerles. Simplemente han pactado, han puesto condiciones encima de la mesas y han sido aceptadas. ¿Dónde está el mérito? ¿Alguien cree que a Urkullu le inquietan los efectos electorales de la congelación de pensiones?
Estos agradecimientos los hizo públicos a escasos metros de distancia de Patxi López, que escuchaba con más resignación que entusiasmo. Es Urkullu quien tiene que estar agradecido a la debilidad del Gobierno. Le ha colocado en el centro de la política española. Si a Urkullu hay que agradecerle que consiga en dos tardes lo que no se ha conseguido en veinte años, ¿qué debería decir de Antonio Basagoiti, que, gratis total, apoya a su compañero López para que éste permanezca en Ajuria Enea?
Desde ayer, la cara visible del PSOE es Marcelino Iglesias, nuevo Secretario de Organización. Con este nombramiento, los socialistas se lanzan al difícil reto de conjurar las encuestas y, lo que es más importante, las cifras económicas y de paro. Después de semanas de auténtico agobio, ahora han cogido aire pero la realidad que tienen que gestionar es la misma que la de hace dos meses.
Quizás por ello, también ayer Mariano Rajoy, en la convención del PP de Madrid, ya aconsejo "escuchar a los que tenemos que escuchar", que no es precisamente a Rubalcaba. El PSOE ha cogido aire y el PP ha optado por no dejarse llevar por lo que consideran golpe de efecto de Zapatero, que pese a todo, a día de hoy continua siendo una incógnita para su propio Partido.
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