La tercera ola del feminismo

23/02/2014 - 23:00 Jesús Fernández

a imagen marina de la ola es empleada frecuentemente para designar procesos culturales de nuestro tiempo. Lo hizo Alvin Toffler en su obra La tercera ola (1980) para explicar oscilaciones en la economía mundial. En todas las civilizaciones se producen fenómenos equivalentes al de una ola donde, el empuje de factores externos y ambientales, genera movimientos que avanzan pero, al chocar contra rocas o acantilados, se repliegan y regresan hacia atrás. Esto está sucediendo con las teorías feministas de los últimos años entre nosotros.
La preocupación por los temas de la mujer, su función y significación, su identidad, igualdad o diferencia no es nada nuevo y ha existido desde siempre. En toda la cultura occidental hay un feminismo implícito y anónimo pero eficiente en la transformación social. Los grandes principios del cristianismo vinieron a ser como un dique de contención frente al trato, abuso y desprecio de la mujer en el mundo grecorromano de la esclavitud y de la discriminación. De la mujer objeto se pasó a la dignidad de la mujer como sujeto igual que la del varón en origen, procedencia, estructura y capacidades. Esta sería la primera ola en sus comienzos silenciosos y tímidos, el primer manantial donde se formaron las demás corrientes de ideas y doctrinas feministas occidentales. Durante la Edad Media, la igualdad y la dignidad de la mujer fue defendida por los cristianos en solitario. Todos los estudiosos reconocen que fue el siglo XVIII cuando se produce el segundo despertar de la conciencia femenina de manos de la Ilustración en Europa.
Ahí está la figura y la obra de Condorcet (1743-1794). Es una etapa de mucha emancipación, de mucha reivindicación, de mucha política feminista. Actualmente, en la tercera ola del feminismo, las aguas (nunca mejor dicho) vuelven a su cauce y las ideas se van clarificando y serenando. Ya existe una reflexión más profunda y coherente sobre las cuestiones de siempre, identidad, función, valoración y situación de la mujer en el mundo y en la familia. El recorrido no ha sido fácil. A las tres etapas señaladas sobre la imagen de la mujer en la historia se ha respondido de la manera siguiente. A la situación penosa y de abandono de la mujer durante muchos siglos, la sociedad respondió con un modelo asistencial, de apoyo y de ayuda mediante organización de servicios sociales, educativos, sanitarios. En la segunda etapa del feminismo ilustrado del siglo XVIII se inyectó mucha política, mucha demagogia, mucha ideología radical en el sistema. La socialdemocracia híbrida y marxista vio en el feminismo una bandera revolucionaria que jalea y explota al máximo para atraerse el voto de las mujeres. Finalmente, en la etapa actual, la sociedad ha liberalizado el sistema de respuestas y la democracia ha elaborado un feminismo de principios y de instituciones donde no hay lugar a tanta política de laboratorio. Las teorías actuales son más claras y las convicciones más profundas centradas en la igualdad y en la libertad pero también en la diferencia y en la dignidad.