'La tierra del Dios de noche y otros relatos míticos"

01/05/2023 - 12:30 José Antonio Alonso/Etnólogo

La mitología de los pueblos nos puede ayudar a conocer su historia y la percepción que las comunidades tienen de sí mismas.

Charlando, hace unos días, con José Andrés Riofrío, el conocido antropólogo, etnógrafo e historiador de Membrillera, autor, entre otras obras, de “Membrillera, Historia y tradición”, me comentaba sobre un relato que él había oído de niño, de labios de su abuelo José Riofrío, pero que debía de correr de boca en boca por la zona; de hecho, el mismo José Andrés, en sus viajes posteriores por la Sierra, lo oyó contar en otras localidades como Corralejo. Vaya por delante mi agradecimiento al mencionado autor por compartir estos preciados recuerdos.

Imagen de Dios creador, en el Monasterio de Monsalud (Córcoles). Foto: José Antonio Alonso.

En aquellos días infantiles de José Andrés, bajaban los serranos desde distintos lugares a la Feria de San Miguel de Jadraque y, a veces, pernoctaban en Membrillera.De aquellas escenas recuerda el aspecto de los serranos que bajaban con sus reatas de bueyes y sus mulas “ratoniles”, llamadas así porque eran más pequeñas que las de la zona jadraqueña y porque tenían largos rabos. Aquella estampa debió impresionar a José Andrés que preguntaba a su abuelo por el origen de aquellas gentes. Y el abuelo le informó que venían de “la Tierra del Dios de noche”, como si de otra tierra diferente se tratara; al abuelo José  no le faltaba razón, pues, aguas arriba del Bornova, a escasa distancia, se encuentran ya las estribaciones de San Andrés del Congosto, Congostrina, etc. Otro mundo de geografía y características diferentes empezaba a partir de allí: la Sierra, de donde procedían aquellos hombres curtidos. Esa tierra tenía fama de pobre y dura, comparada con las fértiles llanuras de la Alcarria y la Campiña y, siguiendo con las indagaciones de aquel niño, el abuelo de Membrillera tenía una explicación que, como digo, debía estar bastante extendida por la zona y por otras localidades, incluso de la misma Sierra: Dios había creado la Sierra por la noche, y claro, por la noche Dios no veía bien la tierra y las cosas no le salieron como de día, de ahí las diferencias palpables, lo escabroso del paisaje y la pobreza del terreno. Parece que en este relato queda evidente la dicotomía entre el bien y el mal y que el primero está unido al día, mientras que lo malo se reserva a la noche, a la oscuridad. Pero ese es un jardín en el que de momento no quiero entrar.

Yo creo que empecé a sentirme serrano cuando me vine a la capital porque, a partir de entonces empecé a oírlo a veces, cuando se me llamaba con ese gentilicio. Cuando uno está lejos del terruño se acrecienta el sentimiento de pertenencia a los orígenes y se evoca con nostalgia a la patria chica. Es posible que, antiguamente, en la propia gente serrana pudiera haber existido algún complejo relacionado con el humilde origen. De ser así, afortunadamente, hace tiempo que eso quedó superado y hoy los serranos nos sentimos orgullosos de nuestra procedencia, de nuestro folklore y de la tierra que nos vio nacer. Los tiempos cambian, pero no deja de ser curioso el relato mítico del que nos hemos ocupado.

Crucificado entre el sol y la luna. Iglesia de Retortillo (Soria). Foto José Antonio Alonso.

Los mitos populares es lo que tienen: nos ayudan a comprender la historia, la personalidad de nuestras gentes y la visión que los demás tenían de las sociedades y la que cada pueblo tenía o tiene de sí mismo. Aprovechando el encuentro con José Andrés Riofrío, releo su estudio citado sobre Membrillera y medito sobre otro mito popular que forma parte de la historia de su localidad. Me refiero a la “Casilla de los moros”. Dicha casilla no es un mito, sino una torre-vigía real. La parte del mito es la que se refiere a los moros, puesto que se trata de una referencia temporal imprecisa, que conlleva una parte de recreación ideal de la propia historia. Por estos lares cuando se habla del “tiempo de los moros”, el paisanaje se refiere a un tiempo pasado en el que otras gentes poblaban estas tierras. El apelativo de “moro” se aplicaba de una forma muy general, no sólo a los norteafricanos que poblaron estas tierras.  Nuestra provincia está llena de casas y casillas de los moros, de cuevas y fuentes, donde se peinan las “moras” en las noches de san Juan, de parajes y de construcciones “de cuando los moros”. Y, como suele ocurrir, tampoco en esto somos originales, pues  en otros muchos lugares de la Península Ibérica, la historia viene a ser más o menos parecida, con sus variantes locales.

Atardecer en la Sierra (Alcorlo). Foto: José Antonio Alonso

Nuestras gentes sencillas, en su sencillo vivir cotidiano buscaban explicaciones sencillas para su historia y para los hechos y nombres familiares. En mi Robledo de Corpes natal, sin ir más lejos, oí más de una vez decir a los mayores que el pueblo se llamaba así por la existencia de “robles corpulentos”. Las explicaciones míticas de la historia pueden ser particulares y locales en algunos casos. En Abánades, por ejemplo, me contaron que el origen del nombre tiene que ver con la palabra “ánade”; de hecho esta ave aparece en su escudo. Según el relato popular, la localidad se llama así, porque antiguamente había un navajo muy grande de agua poblado por estas aves; para cazarlas se entraba al agua montados a caballo. Unos molineros decidieron vaciar la laguna, para lo cual acordaron hacer un orificio en la tierra y, de este modo, la laguna se fue vaciando, quedando un gran terreno fértil de tierras de cultivo. Pero, frecuentemente, los mitos populares se ajustan a moldes preconcebidos, lo que llamamos “lugares comunes” que se repiten para explicar hechos similares en localidades distantes incluso en el espacio y en el tiempo. Este sería el caso de la despoblación de muchos lugares que se explican por la invasión de hormigas o por el envenenamiento masivo de la población en una boda. En ocasiones una anciana superviviente fue acogida por alguna localidad limítrofe, con lo cual se explica que el territorio del extinto pueblo pasara a formar parte de la localidad de acogida.