La tierra del Quijote

04/02/2017 - 12:51 Jesús de Andrés

No me cansaré de repetir que el rechazo a la realidad política y administrativa en que está inserta nuestra provincia sólo conduce a la melancolía.

Cada vez que a la altura de Meco cruzo la frontera autonómica por la A-2, y lo hago bastante a menudo, no deja de sorprenderme ese cartel situado al entrar en nuestra provincia que dice “Castilla-La Mancha. Bienvenidos a la tierra del Quijote”. El cartel, de proporciones considerables, en rojo y blanco, fue instalado por la Junta al comienzo del pasado otoño coincidiendo con la celebración del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. Más allá de la conmemoración cervantina, los letreros colocados en los accesos a nuestra comunidad autónoma fueron presentados como “señas de identidad regional”, dejando clara la intención socializadora de los mismos para inculcar por estos pagos aquello de lo que se carece: una identidad asumida y compartida.
    No deja de ser curioso que uno se encuentre con ese cartel precisamente cuando se acaba de dejar atrás Alcalá de Henares, ciudad donde nació Cervantes, donde se alzan su estatua y su museo, donde su figura es idolatrada hasta el punto de que cada 9 de octubre se saca en procesión cívica su partida de bautismo. Alcalá celebra un Mercado Cervantino que es el mayor de Europa, una Semana Cervantina llena de actos culturales relacionados con el Quijote, unas Jornadas Gastronómicas Cervantinas e incluso tiene un pasaje del terror con Don Quijote por protagonista. En sus calles se escenifican obras de Cervantes y en sus plazas puede uno encontrar a actores representando a Sancho Panza y a Don Quijote, que también allí tienen estatua. En Alcalá es fiesta local el día en que Cervantes fue bautizado en su parroquia de Santa María la Mayor. Pese a ello, es al llegar a Guadalajara cuando al automovilista le es anunciado que llega a la tierra del Quijote.
    La perplejidad que dicha elección ha causado entre los guadalajareños ha tenido su particular respuesta en las redes sociales, donde –con notable éxito- se ha organizado un concurso de carteles alternativos. En él, los participantes han reivindicado figuras como las del Cid, el Doncel o Álvar Fáñez, así como los castillos o las abejas, símbolos sin duda más cercanos. Nadie discute las virtudes del Quijote, como nadie debería discutir que no es un símbolo de nuestra tierra. No me cansaré de repetir que el rechazo a la realidad política y administrativa en que está inserta nuestra provincia sólo conduce a la melancolía. Sin embargo, la torpeza recurrente en el tratamiento de la especificidad que dentro de Castilla-La Mancha constituye Guadalajara sólo contribuye a reforzar ese sentimiento de desapego que, incubado desde el origen de la propia Autonomía, evoca una lucha contra molinos.