La tristeza del Rey

29/02/2012 - 00:00 Fermín Bocos


  Cuando la edad nos alcanza, la tristeza ronda nuestras corazones. En ocasiones, en razón de elementos subjetivos: una imagen evocadora, una belleza inalcanzable, un paisaje cargado de recuerdos. En otras, viaja del brazo de aconteceres ineluctables: la pérdida de un ser querido, una enfermedad, la conciencia de la paulatina pérdida de facultades que antaño derrochábamos, litigios inopinados, etc... La suerte de la vida es tornadiza. Incluso para los inmortales, aquellos a quienes por obra de nacimiento y estirpe están predestinados a la letra impresa de los libros de Historia.

  Privilegio que no les ahorra circunstancias ni ocasiones en las que la vida viaja del brazo de la adversidad o la tristeza. Hablo de tristeza, no de melancolía, templado sufrir que según el temprano decir de Aristóteles es pasión de visionarios y poetas. La tristeza es un sentimiento tan extendido como horizontal; un sufrir del que nadie está libre y a tantos sujeta en estos tiempos de crisis económica y ciudadanos en paro que se cuentan por millones.

  Hablo de tristeza, en razón de una foto de don Juan Carlos tomada el 3 de febrero y publicada el pasado domingo por el "El País Semanal". Tristeza en la mirada que no disimula la dignidad del gesto ni la pose de moneda borbónica que explica y justifica la portada de la revista. Para quienes vivimos con gran intensidad cívica y periodística los días germinales de la Transición -período convulso de la Historia de España sobre el que nadie nos arrebatará la memoria del papel esencial del Rey contra los golpistas en la noche aciaga del 23F-, todo lo que se refiere a la crónica de los días y hechos del Rey cuentan con un plus de afectividad. Inferir que está triste por las nada ejemplares andanzas de su yerno (Iñaki Urdangarin, Duque de Palma), entristece incluso a quienes siendo republicanos sienten afecto por don Juan Carlos.