La unidad de los cristianos

21/01/2013 - 00:00 Atilano Rodríguez


 
Desde el 8 al 25 de enero celebramos en la Iglesia la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Aunque la oración por la superación de las divisiones entre los cristianos se concentra de un modo especial en esta semana, todos deberíamos elevar con perseverancia nuestra súplica confiada al Padre cada día por la unidad de los cristianos, puesto que la vivencia de la comunión y de la fraternidad entre todos es la mejor expresión del amor de Dios a la humanidad. Los que nos confesamos seguidores de Jesucristo no deberíamos olvidar nunca que la unidad, además de ser un don del Espíritu Santo que hemos de recibir con un corazón generoso, exige también una actitud de sincera conversión personal y comunitaria al Señor y a sus enseñanzas. En este sentido, haciendo nuestra la oración de Jesús al Padre, en la que pide que todos seamos uno, hemos de dar pasos decididos en la búsqueda de la verdad, en la vivencia de la caridad y en la construcción de la comunión.
 
  En este año, en el que el Santo Padre nos invita a descubrir el camino de la fe, a vivirla como total donación de nuestra existencia a Dios y a dar gracias por este don inmerecido, deberíamos tener especialmente presentes en nuestras oraciones a los cristianos que sufren violencia, marginación social o persecución en distintos países del mundo por el simple hecho de ser cristianos, de haber conocido el amor de Dios y de celebrar su presencia salvadora en los sacramentos. La contemplación de estas situaciones de discriminación, además de movernos a implorar la protección divina para tantos hermanos perseguidos a causa de su fe, debería impulsarnos también a trabajar con más ahínco por la implantación de la justicia en el mundo y por la curación de las heridas abiertas en el pasado.
 
  La marginación de estos hermanos en distintos lugares del mundo tiene que despertar en nuestros corazones la solidaridad con cada uno de ellos y con sus justos anhelos de libertad y justicia. Al mismo tiempo que oramos por la unidad de los cristianos y nos solidarizamos con el sufrimiento de tantos hermanos en la fe, no podemos dejar de elevar una suplica confiada y dolorida a quienes ostentan responsabilidades en el gobierno de las naciones y a todos los hombres de buena voluntad para que no permitan que se produzcan estas situaciones de violencia y de desprecio a los cristianos en el mundo. Con la ayuda del Señor, que nunca nos faltará, y con la generosa colaboración de cada uno hemos de dar pasos decididos para que cesen los actos de violencia contra los cristianos y contra quienes no lo son.
 
  Estas actitudes y comportamientos violentos impiden la convivencia pacífica entre los seres humanos, destruyen la dignidad de la persona creada a imagen y semejanza de Dios e impiden el ejercicio de la libertad religiosa, que es el derecho fundamental de todo ser humano. Unidos a Cristo, pidamos por la unidad de los cristianos y por la convivencia pacífica entre los hijos de un mismo Padre. a e impecable.